Boris Johnson ha decidido olvidar sus polémicas fiestas en pandemia y lo hace con una lluvia de anuncios fiscales para enfrentar el aumento disparado de los precios de la electricidad. Y los anuncios implican copiar las propuestas de la oposición laborista, empezando por un impuesto a los beneficios caídos del cielo de las energéticas, que pueden canjear por un aumento de las inversiones en extracción de petróleo y gas.
El ministro de Hacienda, Rishi Sunak, presentó esta mañana una tasa del 25% sobre los beneficios de las gasísticas y petroleras hasta 2025, un impuesto que la oposición llevaba demandando desde hace semanas y que el propio Gobierno ordenó a sus diputados rechazar en una votación hace apenas una semana. Pero hay dos diferencias. Una, el nombre: será una "tasa temporal centrada en los beneficios energéticos". Y dos, que las empresas podrán evitarla si aumentan sus inversiones en extracción de combustibles fósiles.
Esta excepción supone, en la práctica, abandonar el compromiso sellado por el Gobierno británico en la última Cumbre del Clima, celebrada en Glasgow, de retirar los incentivos y subsidios a la producción de energías fósiles. "Dar a estas empresas exenciones fiscales aún mayores para extraer más petróleo y gas generará una mayor dependencia de los combustibles fósiles", advirtió Luke Murphy, del Instituto de Investigación de Políticas Públicas.
La segunda parte del paquete, sin embargo, es la parte más potente en lo que se refiere a ayudar a los ciudadanos a pagar los exorbitantes costes de la factura de la luz. El Gobierno entregará un cheque de 650 libras a los 8 millones de ciudadanos más pobres, 300 libras a los pensionistas, 150 a discapacitados y 400 libras a todas las familias, para compensar el aumento de los costes de la electricidad y el gas. El gasto total ascenderá a 15.000 millones de libras, de los cuales esperan compensar en torno a una tercera parte (5.000 millones) con el impuesto a las eléctricas. Para Paul Johnson, del Instituto de Estudios Fiscales, "es un plan enormemente redistributivo, que tomará dinero de los más ricos para dárselo a los más pobres".
Sunak explicó que "poder dar un giro de 180 grados en la política no es una debilidad, es una fortaleza", y justificó que ahora hacen falta esas medidas porque hace apenas unos días que el regulador de la energía británico, Ofgem, anunció que el coste máximo anual que las familias pueden pagar por la energía aumentará un 40%, más de 800 libras, hasta las 2.800. La oposición celebró que copiaran sus propuestas -"Parece sacado de nuestro programa", dijo la portavoz laborista Rachel Reeves- y acusó a Johnson de querer tapar el escándalo del 'Partygate' escogiendo el día siguiente para lanzar billetes a los ciudadanos.
Entre las filas conservadoras, las reacciones fueron mixtas. La mayoría de los diputados mostró su apoyo al plan para reducir el golpe inflacionario a las familias, pero el ala 'thatcherista' de halcones fiscales dejó patente su claro descontento. El diputado Craig Mackinlay advirtió que subir impuestos no frenará la inflación, y se mostró decepcionado de que un ministro de su partido presentara "esta basura". Otro se lamentó de que esta medida "no es laborista, es directamente socialista".