El ministro de Finanzas de Portugal, Mário Centeno, se convertirá en enero de 2018 en el tercer presidente en la historia del Eurogrupo, el foro informal que agrupa a los ministros de Economía de la zona euro desde 1997.
Centeno se impuso este lunes en una votación secreta en la que también compitieron sus colegas de Letonia, Eslovaquia y Luxemburgo. La ministra letona se retiró tras la una primera votación. El ministro eslovaco cayó en la segunda ronda. Y el portugués se impuso en la tercera y última votación a su colega de Luxemburgo.
El ministro español, Luis de Guindos, anunció su apoyo al portugués. Guindos aspiró en el pasado a la presidencia del Eurogrupo, pero España concentra ahora sus esfuerzos diplomáticos en lograr la vicepresidencia del BCE en mayo de 2018.
La victoria de Centeno, se interpreta en Bruselas como un reconocimiento a uno de los países más golpeados por la crisis de la zona euro. Portugal tuvo que ser rescatada en 2011 por la zona euro y el FMI con préstamos de hasta 78.000 millones de euros. A cambio, el entonces gobierno conservador tuvo que aplicar drásticos recortes hasta el final del rescate en junio de 2014. Un año después, las elecciones generales dieron un vuelco y los socialistas lograron el gobierno con el apoyo externo de la extrema izquierda.
El Gobierno de António Costa dio marcha atrás a varias de las medidas de la troika y elevó el salario mínimo, para indignación de Bruselas y Berlín, que amenazaron a Lisboa con un segundo rescate. Pero la recuperación económica (alimentada en parte por el BCE) salvó al gobierno de Costa. Y su ministro de Finanzas llegó a ser calificado como “el Ronaldo del Eurogrupo” por Wolfgang Schäuble, hasta hace poco ministro alemán de Finanzas.
El elogio de Schäuble abrió el camino de Centeno hacia la presidencia del Eurogrupo. Centeno recogerá el testigo de manos del holandés Jeroen Dijsselbloem, que, a pesar de su inexperiencia, también fue catapultado por Berlín en 201e a un puesto ocupado hasta entonces por el luxemburgués Jean-Claude Juncker (hoy presidente de la CE).
Dijsselbloem ha ejercido durante cinco años como testaferro de Berlín y durante las fases más agudas de la crisis griega llegó a convertirse en la voz más agresiva contra el gobierno de Alexis Tsipras (Syriza). El choque alcanzó tal nivel que, hasta el comisario de Economía, Pierre Moscovici, alimentó la leyenda (¿o no?) sobre un conato de pelea entre Dijsselbloem y el ministro griego, Yanis Varoufakis.