La ciudad ha atraído en los últimos años empresas de movilidad de todo tipo y cuenta ya con 21.614 vehículos compartidos electrificados, entre bicicletas, patinetes, coches y motocicletas, convirtiéndose así en la ciudad española con más oferta de movilidad compartida eléctrica.
En el ámbito del motosharing, la empresa eCooltra es la que más motos desplegadas tiene, con un total de 1.800 unidades (poseen 1.300 en Barcelona y 400 en Valencia). “Madrid es un perfecto ejemplo de apertura a la movilidad compartida. Esto crece muy rápido”, indica un portavoz de la compañía, que está haciendo una prueba piloto en Palma De Mallorca y Málaga.
“Uno de los factores más interesantes del motosharing eléctrico es que varios de los servicios están dotados de vehículos fabricados en España (Müving y Acciona), ya que nuestro país es referente industrial en este tipo de vehículos”, explica Arturo Pérez de Lucía, director gerente de Aedive, asociación que promueve la movilidad eléctrica. En el carsharing, Car2go (que ahora forma parte de Share Now, producto de la alianza entre Daimler y BMW en movilidad compartida) es el operador que más coches tiene desplegados en Madrid, con 850 unidades de los modelos Smart EQ fortwo y forfour.
“También tenemos conversaciones con ciudades como Barcelona y Valencia, pero todavía es pronto para anunciar nada definitivo, ya que para que el carsharing sea funcional, se necesita contar con una serie de accesos y regulaciones de aparcamiento que no están disponibles en muchas ciudades”, señala David Bartolomé, el director de desarrollo de negocio para Share Now en el sur de Europa.
Barcelona ha sido muy criticada, tanto por su prohibición al free floating (que los carsharing puedan aparcar sin autorización) como por querer imponer tasas por unidad a las firmas de bicisharing y motosharing. En ese sentido se pronuncia Pérez de Lucía, que entiende que esta medida ahuyentará a las empresas que se quieran asentar en la Ciudad Condal. “Es precisa la colaboración de los ayuntamientos. Hechos como los que acontecen en Barcelona, donde se pretende imponer tasas y limitaciones a este tipo de servicios, solo provocan que las empresas que los operan dejen de contemplar a esas ciudades como objetivo”, dice el directivo.
Precisamente, empresas de bicicleta compartida entraron a operar en Madrid debido a la receptividad de acogida por parte del Consistorio. Algunas de ellas, como Obike, Ofo y Donkey Republic ya han dejado de operar, pero entre Mobike y BiciMad, las firmas disponibles, la ciudad acumula en torno a 3.500 bicicletas diseminadas por sus calles.
“Para nosotros lo importante es empezar con un acuerdo de colaboración con los ayuntamientos. En Barcelona hasta ahora se estaba trabajando en una regulación de vehículo compartido que incluía bicicletas y motos. Entonces nos metimos en el grupo de trabajo y decidimos no operar hasta que esa regulación acabara. En Madrid sí que lo vieron positivo, evaluaron el modelo de bicicleta compartida, y nos pidieron que reforzáramos las zonas donde no llegaba el BiciMad”, asegura un portavoz de Mobike.
Más controvertidos desde su implantación el pasado verano, los patinetes eléctricos han proliferado por las calles de Madrid atraídos por el bajo coste de los vehículos, su alta rotación y la demanda que han suscitado. Ante la avalancha de empresas que solicitaron ofrecer el servicio (hasta 28) el Ayuntamiento creó una regulación recogida en la Ordenanza de Movilidad Sostenible. De esta forma, estableció una tasa máxima de 10.000 patinetes para toda la ciudad, en lugar de los 100.000 que habían propuesto las empresas en su conjunto. También estableció límites para cada distrito y cada barrio, una decisión que no terminó por convencer a operadores.