La rebaja del IRPF incluida en los Presupuestos se ha realizado de tal forma que un empleado que cobra menos que el salario medio puede sufrir un tipo marginal efectivo superior al de un millonario. Se trata de una anomalía en el diseño del IRPF, que ya existía, pero con el cambio fiscal se intensificará.
El impuesto sobre la renta es progresivo, con unos tipos impositivos crecientes que van del 19% hasta el 45%. Si eso es así, el tipo marginal efectivo también debería aumentar a medida que se incrementa el salario. Y lo hace, salvo para ciertos tramos bajos, donde la aplicación de la reducción por rendimientos del trabajo genera distorsiones.
Esto es lo que sucede: todos los asalariados por el mero hecho de serlo se deducen 2.000 euros de forma lineal, que se restan de la base liquidable. Además, los declarantes con un sueldo inferior a 11.250 euros tras descontar las cotizaciones sociales gozan de una reducción por rendimientos del trabajo adicional de 3.700 euros. Este importe se reduce paulatinamente hasta desaparecer para los que ganan más de 14.450 euros. Es este beneficio fiscal decreciente el que provoca la distorsión.
Cuando el sueldo aumenta, el beneficio decae. Y lo hace de tal forma que, por una subida de salario de un euro, la base imponible aumenta en más de dos euros y, por lo tanto, el marginal se dispara. El responsable económico de C’s, Luis Garicano, ya denunció en 2017 que esto venía ocurriendo y aseguró que tipos marginales tan elevados desincentivan el trabajo.
Sin embargo, la reforma pactada entre Hacienda y Ciudadanos consiste en elevar la reducción por rendimientos del trabajo. Ello rebaja la factura fiscal, pero no soluciona el problema de los tipos marginales elevados. Como puede verse en el gráfico, el cambio legal provoca que la distorsión se desplace a la derecha (afecta a rentas más elevadas) y, además, que se agudice. Hasta ahora, un trabajador con un salario bruto entre 12.100 euros y 15.500 euros podía llegar a sufrir un tipo marginal sobre el trabajo del 44,7%. Un nivel elevadísimo, pero que calculadamente era inferior al marginal máximo del 45% que sufren las rentas altas.
Cuando el nuevo IRPF incluido en los Presupuestos se implante definitivamente, las rentas entre 14.000 y 18.000 euros sufrirán un tipo marginal efectivo entre el 47,5% y el 62,5%. Si un trabajador con un sueldo bruto de 17.500 euros logra 100 euros adicionales, pagará 62,5 euros al Estado (56,1 euros por IRPF y 6,4 euros por Seguridad Social). De esos 100 euros, solo 37,5 euros irán a su bolsillo. Ningún país del mundo desarrollado penaliza así las ganancias adicionales de sueldo en estos niveles de renta. Así se desprende de los datos de la OCDE.
España tendrá probablemente el marginal efectivo más elevado del mundo para este colectivo. Es cierto que afecta a un tramo muy concreto, aquellos que ganan entre 14.000 y 18.000 euros, sin embargo, justo allí el INE sitúa el salario más frecuente, que asciende a 16.500 euros. En esos tramos se ubican en torno a 2,3 millones de asalariados, que si logran un aumento salarial o realizan horas extras verán cómo más de la mitad de su ganancia adicional se irá a pagar IRPF y Seguridad Social.