Los precios industriales encadenan así nueve meses de subidas, adentrándose en una espiral alcista que se aceleró sobre todo a partir de abril, a medida que la reapertura de la economía ganaba fuerza y la amenaza del Covid se diluía a golpe de vacuna. Pero esa salida del túnel generó otros problemas que ahora amenazan con lastrar la recuperación: un fuerte desajuste entre una demanda en ascenso y una oferta que no logra seguirle el ritmo; cuellos de botella en las cadenas globales de producción por las variantes del Covid, y la escasez y encarecimiento de las materias primas y el transporte. Todo ello aderezado por una crisis energética sin precedentes.
Precisamente, el coste energético explica la mayor parte del fuerte salto cuantitativo de los precios industriales, con un alza del 63,7% interanual en los precios del suministro de energía eléctrica y gas; seguido del encarecimiento en un 62,3% del refino de petróleo. A ellos se suman la subida del 44,9% en la metalurgia, o del 24,6% en la industria química, reflejo del virus alcista que experimentan las materias primas y bienes intermedios y que ya se ha inoculado a otros sectores, como la industria del papel (+10,8%), la madera (+8,2%), o la alimentación (+7,5%). De todas las ramas manufactureras, solo hay una en que los precios se abaratan tímidamente: la fabricación de bebidas (-0,5%).
Para las compañías, esta escalada libre de los precios industriales supone un torpedo en la línea de flotación de sus márgenes, ya que, si bien algunas no han tenido más remedio que repercutir parte de la subida en los precios al cliente, otras muchas no lo han hecho todavía para no dañar más su posición competitiva en un contexto en el que la inflación crece más en España que en el promedio de la UE, a la que se destina más del 60% de las exportaciones españolas. “Hasta ahora se vienen absorbiendo las subidas, pero eso ya no se puede soportar más”, señalan a EXPANSIÓN fuentes de Confemetal, que califican la subida de los precios industriales de “dramática”.
Dichas fuentes añaden que la Industria está “muy preocupada y en riesgo”, sin olvidar el efecto dominó que ya empieza a provocar en otros sectores, como el comercio y la distribución. De hecho, el sector de gran consumo ya ha comenzado a subir precios ante la imposibilidad de ajustar más los márgenes. “Las empresas están tratando de absorber este impacto (de la inflación) todo lo que pueden, pero más allá de eso estamos abocados a que suban los precios”, señaló recientemente Ignacio González, presidente de Aecoc.
Y lo peor es que no se vislumbra una tregua en un futuro inmediato. “No pensamos que esto se vaya a resolver a corto plazo”, advierten desde Confemetal. Primero, porque consideran que la crisis de la energía “no es un problema coyuntural, sino estructural”. Y segundo, porque “el transporte también va a seguir complicándose”. Dos factores que seguirán tirando al alza de costes y precios.
Estas sombrías perspectivas se han convertido en motivo de máxima preocupación para los empresarios españoles y en una de las grandes amenazas para la reactivación, tal como reflejaba la encuesta publicada el lunes con motivo del XXIV Congreso Nacional de la Empresa Familiar. Seis de cada diez empresarios creen que la fuerte subida de precios y el desabastecimiento de algunos materiales es en estos momentos el mayor riesgo para la economía.
Y es que la espiral inflacionista no solo comprime las rentas reales de hogares y empresas, como advirtió el Banco de España, sino que también cercena su capacidad inversora y su competitividad internacional: los precios industriales en la UE escalaron un 13,4% en agosto (último dato disponible), mientras que en España lo hicieron casi un 18% ese mes.