Las cuentas no les salen a los pequeños empresarios españoles. Los costes crecen a mayor velocidad de lo que lo hacen las ventas y los ingresos, cuyo crecimiento se ha ralentizado en el segundo trimestre. La consecuencia directa es que los márgenes empresariales se estrechan a marchas forzadas y ponen contra las cuerdas a miles de negocios, cuya viabilidad está en peligro en el corto plazo. Esta situación hace prever un empeoramiento de la situación de las pymes en otoño, cuando la actividad se ralentice tras el empujón del verano por el turismo y las empresas se vean obligadas a endeudarse más para hacer frente a los costes, y eso a pesar de que la tasa de endeudamiento ya supera el 100% de su patrimonio neto.
Así lo pone de manifiesto el último indicador de Cepyme sobre la situación empresarial de la mediana y pequeña empresa, que advierte de que el desmesurado incremento de los costes y la reducción de los márgenes retrotrae la rentabilidad de los negocios a niveles de 2014. Este indicador, que mide las fortalezas y vulnerabilidades del tejido empresarial español, muestra que las altas tasas de inflación afectan de lleno a las empresas, en especial a las de menor tamaño.
Así, las ventas mantuvieron su crecimiento en el segundo trimestre -periodo previo a la campaña de verano-, pero a menor intensidad, un 14,5% en el segundo trimestre de 2022, frente al auge del 19,8% registrado en el primero. Por otro lado, los costes totales aumentaron un 24,4% entre abril y junio en términos interanuales, frente al crecimiento del 23,3% registrado entre enero y marzo. Esto pone de manifiesto que se está agravando el estrechamiento de los márgenes empresariales detectado en el anterior informe.
De las 15 magnitudes económicas con las que se configura el indicador, todas apuntan a que la recesión acecha. El aumento de los costes totales está asfixiando la capacidad de resistencia de las pymes. En concreto, el coste de los insumos -precio de los bienes que se adquieren para producir otros bienes y servicios- se ha disparado un 51,7% en el segundo trimestre en comparación con el mismo periodo del año anterior, el incremento más elevado en más de dos décadas. Por su parte, los costes de la energía -que incluye la electricidad, gas, derivados del petróleo y suministro de agua- se han duplicado, alcanzando un incremento del 113,7%. El coste de los bienes intermedios -recursos materiales, bienes y servicios que se utilizan durante el proceso productivo- también ha crecido un 21,5%, un porcentaje nunca visto en este siglo, a lo que se suma el de los bienes de equipo, un 5,7% mayor.
Por otro lado, están los costes laborales, que subieron un 6,2% interanual hasta junio, afectados por el incremento del 6,6% en el salario medio ordinario de las pymes -impulsado por el aumento del salario mínimo (SMI)-. Si a esto le sumamos el coste de los servicios que utilizan las pymes, en su nivel más alto desde 2007, el cóctel se convierte en molotov para su futuro, dado que el precio de los servicios que contratan las pymes para desarrollar su actividad aumentó un 2,7%, marcado por la presión inflacionaria, que no deja margen para la recuperación. Por ello, los servicios que más se han encarecido son el coste de los transportes (+20%), el de los envíos por mensajería (+5%) y el de la seguridad (+3%).
La consecuencia directa de esta situación es el desplome de la rentabilidad empresarial, que ha caído una cuarta parte respecto a 2019, el año previo a la pandemia. En concreto, la rentabilidad neta sobre el activo (ROA) se sitúa en el 2,8%, un nivel inferior a cualquier dato registrado entre 2016 y 2020. Como referencia, en el cuarto trimestre de 2019, el último completo antes de la pandemia, la rentabilidad de las pymes alcanzó el 3,7%. El informe de Cepyme explica que esta pérdida de rentabilidad se debe «en un 55% al menor nivel de actividad provocado por las medidas para contener la pandemia y por la incompleta recuperación económica» en parte por culpa del contexto geopolítico internacional -marcado por la guerra de Ucrania- y en parte por las decisiones tomadas desde el Gobierno -subida de los costes laborales, incremento del SMI y mayor presión fiscal sobre las empresas-. El 45% restante se debe a la inflación, que «al disparar los costes está carcomiendo los márgenes empresariales», explica Cepyme, que también advierte de que «la rentabilidad es demasiado baja y eso dificulta la llegada de inversión y de financiación».
Esta situación está llevado a las empresas a tener que afrontar los costes con recursos de ahorro propios o con créditos, lo que ha provocado un fuerte incremento del endeudamiento, cuyo ratio -medido como el pasivo total con relación al patrimonio neto- se sitúa en su nivel más alto desde 2018, 12,7 puntos porcentuales más elevado que un año antes, encadena cuatro trimestres consecutivos de aumentos y supera el 100% de su patrimonio. El informe advierte de que «es preocupante que el incremento del endeudamiento de los últimos trimestres se esté produciendo antes de que termine de completarse el proceso de desapalancamiento iniciado en 2008».
Al elevado nivel de deuda, con los consiguientes costes aparejados para las empresas, hay que sumar una factura adicional en las cuentas empresariales por la subida de los tipos de interés. Eso amenaza con desembocar en una mayor morosidad, que ya se nota en el giro al alza del período medio de pago (PMP). En el trimestre analizado fue de 84,8 días para el conjunto de las pymes, frente a los 81,6 días registrados un año antes. Para la patronal, «el destacado aumento de la morosidad entre empresas se debe al uso mucho mayor del crédito comercial como una forma de financiación rápida y barata para muchas empresas, que están sintiendo la presión de la inflación sobre sus márgenes».