Se trata de la mayor cifra de toda la serie histórica de la Encuesta de Población Activa (EPA), que se remonta a 2005. Este récord se debe a un incremento del 12% en términos interanuales, cuatro puntos más que lo que aumentaron los trabajadores a jornada completa. Aunque este repunte se ha visto matizados por la reducción de los empleos temporales a jornada parcial, que han caído también un 12%. De esta forma, el 62,2% de los trabajadores a tiempo parcial tiene un contrato indefinido, una media mayor porcentaje de la serie histórica, un nivel solo superado por el segundo trimestre de 2020.
Pero hay que recordar que aquel incremento en la ratio fue debido a la intensa destrucción de empleo temporal durante los primeros meses de la pandemia, no a un incremento del empleo indefinido a media jornada. Desde 2007, los asalariados indefinidos a tiempo parcial han superado en número a los eventuales, pero la tasa se había estabilizado en una media del 55%, siete puntos menos que la registrada en el segundo trimestre.
Por otro lado, el incremento en la contratación indefinida a media jornada en 2022 es el más intenso y rápido registrado desde el primer trimestre de 2005. Ni siquiera la crisis financiera ni las reformas laborales de 2010 y 2012, que actuaron sobre las condiciones del empleo a tiempo parcial tuvieron un impacto similar en un plazo tan corto.
El papel de la legislación aprobada a finales de 2021 en esta evolución es claro. En primer lugar, porque ha elevado el número de trabajadores con contrato indefinido. Pero también hay que tener en cuenta que la legislación no busca reducir el volumen del empleo a tiempo parcial, y combatir las circunstancias de precariedad laboral en las que puede desembocar, como sí intenta hacer con los trabajos temporales.
Más bien podría decirse lo contrario a tenor de los datos de contratación indefinida publicados cada mes por el Ministerio de Trabajo, para más, que ha impulsado el recurso a los contratos a medio tiempo y a los fijos discontinuos, que en un alto porcentaje (más de un 40%) tienen jornada parcial. Aunque el impacto de este nuevo paradigma en la contratación no se ha trasladado con toda su intensidad a la EPA. La razón es que se ha visto modulado por la alta volatilidad de los nuevos empleos indefinidos, especialmente de los discontinuos.
Esta modalidad supuso un tercio de los contratos firmados en los primeros seis meses del año, pero solo aportó un 3% del empleo creado en ese periodo según la estadística del Instituto Nacional de Estadística. De esta forma, la elevada rotación de estos empleos explica el impacto en la parcialidad no haya sido aún mayor.
El descenso de los asalariados a media jornada con contrato temporal ha permitido que el auge de los indefinidos no se traduzca en un aumento del empleo a tiempo parcial hasta niveles históricos. La cifra global de 2,57 millones de asalariados a tiempo parcial sigue por debajo de los 2,67 millones del segundo trimestre de 2019, que hasta ahora marca el máximo de la serie histórica.
Este dato es además preocupante por su relación con el subempleo, una forma de precariedad que castiga a 1,7 millones de personas, el 66% de los trabajadores a media jornada. La mayoría se encuentra en otra situación por no poder encontrar un trabajo a jornada completa, aunque también se debe a otras causas como la ausencia de horas extras o las reducciones de jornada obligadas por la empresa.