La inflación castiga con especial dureza el poder adquisitivo de los españoles, cuya renta disponible cae un 4,1% en el primer trimestre, descalabro solo superado en Europa por Austria (-5,5%).
La espiral inflacionista hace meses que dejó de ser una amenaza para convertirse en un grueso palo en la rueda de la recuperación, poniendo en jaque uno de sus principales motores de impulso: el consumo privado. El problema, agravado por la guerra en Ucrania y la mayor crisis energética que afronta el mundo en décadas, es global y generalizado, pero se está cebando especialmente en economías como la española, donde la escalada de los precios es mayor que en el promedio de la UE y ha laminado el poder adquisitivo de las familias.
De hecho, los ingresos reales per cápita de los hogares españoles cayeron un 4,1% en el primer trimestre del año respecto al último cuarto de 2021 (cuando ya disminuyeron un 1,6%), un varapalo solo superado en Europa por las familias austriacas, cuya renta real disminuyó un 5,5%. Así se desprende de los datos publicados ayer por la OCDE, que reflejan que España sufrió la tercera mayor caída intertrimestral entre los países de la Organización de los que hay datos disponibles, liderados por Chile, donde la renta familiar se desplomó un 10,3%.
Esto es, tras las familias chilenas, fueron las austriacas y las españolas las que, con diferencia, más se empobrecieron, en un contexto en el que los ingresos reales per cápita de los hogares menguaron un 1,1% en promedio en el conjunto de la OCDE a pesar de que el PIB per cápita aumentó un 0,2% en ese periodo, un desfase debido "en parte a los aumentos en los precios al consumidor, que socavaron los ingresos de los hogares en términos reales", advirtió el denominado club de los países ricos.
Entre los países del G7, que agrupa a las principales economías occidentales (EEUU, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y Canadá), la renta disponible mermó un 1,2%, con Francia y Alemania a la cabeza, donde la inflación restó un 1,9% y un 1,7% a los ingresos reales de las familias, un tijeretazo muy inferior al sufrido por España. Entre las grandes economías europeas, solo Italia se desmarcó de esa tendencia, con una mejora del 0,3%.
La pérdida de ingresos reales por el zarpazo inflacionista también golpeó a las familias de Estados Unidos, cuya renta se deterioró un 1,8%; a las irlandesas (-1,3%) y, en menor medida, a las suecas (-0,4%) o a las británicas (-0,2%). Al otro lado de la balanza, fueron también muchos los países que lograron esquivar la embestida de los precios sobre el poder adquisitivo de los hogares. Así, en Polonia los ingresos reales no solo no menguaron, sino que crecieron un 7,5%; en Bélgica lo hicieron un 3,8%; en Hungría un 3,7%; en Dinamarca un 1,6%; en Canada, un 1,5%, y en Portugal, un 0,9%.
Los datos evidencian, una vez más, un impacto muy desigual de la tormenta inflacionaria no solo en el mundo, sino dentro de la propias fronteras europeas, donde España vuelve a ser uno de los farolillos rojos con una inflación que en julio alcanzó el 10,8%, su tasa más alta en 38 años, casi dos puntos superior a la media de la zona euro y cuatro por encima del IPC francés, con lo que ello supone en términos de pérdida competitividad internacional y de castigo al poder adquisitivo de familias y empresas.
Además, los datos de la OCDE corresponden al primer trimestre del año; esto es, apenas recogen el primer mes de la invasión de Ucrania. Desde entonces, la situación ha empeorado notablemente. Y si bien esas estadísticas son previas al plan de choque del Gobierno para mitigar el alza de los precios, entre cuyas medidas estrella sobresale la llamada excepción ibérica para topar el precio del gas, que entró en vigor a mediados de junio, la evolución del IPC demuestra que ha sido insuficiente para frenar la galopada de los precios. En otras palabras, todo apunta a que la pérdida de ingresos reales ha ido in crescendo en los meses siguientes y las próximas estadísticas de la OCDE depararán un deterioro aún mayor.