El Gobierno sigue avanzado en la 'modernización del Estatuto de los Trabajadores', ahora con el foco puesto en dificultar los despidos. Sin embargo, solo un 11,8% de los trabajadores que acaban en el paro provienen de un despido, frente a 53,2% que han visto finalizado un contrato temporal. El mismo porcentaje que había antes de la reforma laboral impulsada por Yolanda Díaz.
En las últimas semanas, la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo ha anunciado que reforzará los poderes de la Inspección de Trabajo en las regulaciones de empleo con el objetivo declarado que limitar los despidos. También ha insistido en que revisará las indemnizaciones por despido procedente para penalizar especialmente los de los trabajadores de mayor edad, especialmente mujeres, y de otros colectivos de difícil empleabilidad.
Y mientras tanto, no se descartan novedades legales después de que el Tribunal Supremo invalidara la "prohibición de despedir" que el Gobierno acuñó durante la pandemia y ha recuperado en sus planes de choque para hacer frente a las secuelas de la guerra de Ucrania. Y es que, aunque Díaz se mantiene reacia a elevar de manera general la indemnización por despido improcedente de los 33 a los 45 días previos al recorte introducida por el PP en 2012, la segunda fase de su reforma laboral pone indudablemente el foco en el despido.
Ello a pesar de que la primera parte no ha cumplido todos sus objetivos. Los cambios en el mercado de trabajo pactados entre Trabajo, sindicatos y patronal han tenido un positivo impacto en la temporalidad, que ha caído hasta mínimo histórico del 20,18%, ante todo en el sector privado.
Sin embargo, el retroceso del empleo temporal y el aumento del indefinido no se ha traducido en un cambio en los motivos por los que los parados pierden su empleo. Según los datos de la Encuesta de la Población Activa del primer trimestre, el 53,2% de ellos proviene del fin de un empleo eventual. Es prácticamente el mismo porcentaje que en los trimestres y años precedentes, e incluso supera levemente el nivel alcanzado durante la pandemia.
Esta evolución demuestra que, pese a la mejora de la estabilidad del empleo, su reverso, el paro, sigue profundamente anclado a la temporalidad, que sigue encontrando en ella la primera causa para engrosar sus filas. Por el contrario, los despidos, ya sean individuales o colectivos, solo explican el 11,8% de los parados que han trabajado anteriormente. Es el tercer motivo, pero también queda muy por detrás del segundo supuesto: el de los parados de muy larga duración.
Esta situación afecta al 27,6% de los parados que han trabajado anteriormente, aunque hay que tener en cuenta que, según la propia estadística, el primer paso para llegar a ella fue el fin de un contrato de duración determinada. Además, al contrario de lo que plantea el Gobierno, este reparto de las causas apenas se modifica por el género. Las mujeres pasan al paro tras un empleo eventual suponen un 52,6%, frente al 54,6% de los hombres. Por otro lado, ellos son más vulnerables a un despido: les afecta en un 13,1% de los casos, frente al 10,8% de las mujeres.
Pero es que ni siquiera por edad la situación cambia. Este es el principal argumento de Díaz para presentar su propuesta de "despidos reparativos", habida cuenta de que los mayores de 45 años suponen el 55% de los parados registrados. Aunque el impacto de la temporalidad se reduce por edad, los despidos solo explican el 12,3% de los parados mayores de 45 a 54 años y el 11,8% de los mayores de 55 años. Mientras tanto, el fin de un empleo eventual al 46% y al 41% de ambos grupos de edad, respectivamente.
La diferencia está en que en estos grupos la posibilidad de convertirse en parado de muy larga duración es la más alta, especialmente entre los mayores de 55 años, de los que afecta al 41,6%. Aunque la causa inicial para llegar a esa situación, según revelan los datos de la encuesta de población activa, no es, como afirma Díaz, un despido, sino el fin de un contrato temporal.