La recuperación coge fuerza en una parte importante de sectores, y así lo muestra un buen puñado de indicadores económicos. Las horas trabajadas en el segundo trimestre solo estuvieron un 1,4% por debajo del mismo trimestre de 2019, después de haberse llegado a hundir cerca de un 30%. Entre abril y mayo, el PIB creció un 2,8% y recobra dos tercios de lo que se había perdido con la paralización total de la actividad. Además, se crearon 464.000 puestos de trabajo. De los 78 sectores sobre los que facilita datos el INE, hay unos 40 en los que el empleo se ha recuperado o incluso supera los niveles de antes de la pandemia, incluyendo los ERTE. Otra quincena va mejorando y se acerca a cotas previas al coronavirus. Y eso se refleja en la cifra total de ocupación, que solo se halla un 3% por debajo de las cotas anteriores a la covid tomando los ERTE. En los peores momentos de esta crisis llegó a caer un 7% y un 20% si se contaban los expedientes de regulación temporal de empleo.
Por grandes rúbricas y comparando con el mismo periodo de 2019, la construcción ya tiene un 3% más de ocupación. La logística de productos se encuentra bastante por encima de los niveles previos a la covid, impulsada por las compras por internet. La agricultura se mantiene. La actividad en empresas de información y comunicaciones está en cotas un 5% superiores. Las actividades financieras, en más de un 10%. Y las profesionales, un 4%. Propulsadas por el gasto público, superan la barrera de la crisis la sanidad, en un 12%; la educación, un 4%, y la administración pública, un 3%. El empleo en suministro de agua y saneamiento ya está restablecido, y el de energía, prácticamente. En cambio, sigue habiendo damnificados: la industria todavía cede un 5%. La hostelería pierde más de una cuarta parte y el comercio figura un 7% por debajo. El transporte de personas aún tiene más del 10% por recuperar. Las actividades inmobiliarias, un 9% y las tareas administrativas, un 7%.
Tras las duras restricciones impuestas para combatir la covid, hay dos puntos de inflexión que inevitablemente provocan fuertes subidas de la economía. Uno era la reapertura, y justo eso se está viendo en una parte sustancial de sectores, que van recobrándose conforme se rebajan las restricciones y se avanza en la vacunación. Incluso si aumentan los contagios, el impacto económico es cada vez menor porque las comunidades son más reacias a adoptar restricciones severas que lastren la actividad. El otro momento en el que se disparará el PIB ocurrirá cuando retorne el turismo extranjero, cuya recuperación se está viendo postergada por la variante delta.
La reapertura está ya dando alas a una parte de la economía. A pesar de la irrupción de la cepa de origen indio, el gasto con tarjetas siguió aumentando con fuerza en la semana entre el 19 y el 25 de julio, según datos del BBVA. La encuesta manufacturera del PMI de junio refleja que la industria se está recuperando al mayor ritmo en 23 años. La inversión en bienes de equipo está cerca de los niveles prepandemia. Los índices de confianza de la Comisión han batido niveles precrisis. Y la recaudación fiscal hasta junio supera la de 2019 e indica que la demanda nacional marcha con paso firme, aunque a final de año los ingresos probablemente sean algo inferiores debido a la liquidación de las pérdidas empresariales de 2020.
“Hay menos hospitalizaciones que en olas anteriores. La población está menos dispuesta a alterar su comportamiento y ya han adaptado sus costumbres. Todo ello está haciendo que el impacto de la variante delta en la economía sea menor de lo que se temía”, explica Francisco Vidal, economista jefe de Intermoney.
La demanda nacional y las exportaciones de bienes se están comportando mejor de lo que se esperaba. En parte están compensando que el turismo no vaya a recuperar el 50% de la actividad prepandemia, como se preveía antes de la propagación de la variante delta. Y así lo están apuntando las previsiones. A pesar de que la cepa pueda restar unas décimas de crecimiento por la menor llegada de foráneos, Funcas elevó recientemente su proyección al 6,3% este año. Y en ese entorno están la mayoría de pronósticos: el Banco de España, el FMI, la Comisión o el BBVA. “La política monetaria va a seguir respaldando la recuperación. Y la fiscal, también. Son dos vientos de cola muy importantes que aseguran un crecimiento robusto hasta 2022“, señala el economista José Carlos Díez.
A pesar de la falta de ayudas directas a empresas, parece que el colchón de los ERTE y los ICO ha sido suficiente para permitir la reactivación de la economía una vez se abre paso la reapertura. El Gobierno defiende que las medidas han cundido, y por ahora se aleja el temor a que los daños al tejido productivo se enquisten y lastren la recuperación. Los datos de morosidad crediticia del Banco de España señalan que, de momento, esta se encuentra muy acotada en las ramas más afectadas. Y los ERTE están cada vez más concentrados en unos determinados sectores y regiones, sobre todo en las islas.
Además, los fondos europeos darán un empujón añadido a la actividad, probablemente ya en 2022 según se gasten y lleguen a la economía real. La previsión de los organismos es que para el año que viene haya otra vez crecimientos robustos: desde el 5,8% del Banco de España al 7% del Gobierno.
Una parte de la economía funciona casi con normalidad por más que se conviva con el virus. Pero aun así, falta la otra pata necesaria para una recuperación plena. La aparición de la variante delta se ha notado en el turismo. Mayo y junio ya fueron peores de lo que se vaticinaba. Y en las búsquedas en Google de reservas se aprecia en la última semana una cierta inflexión a la baja entre los turistas franceses y alemanes. El turismo nacional no es suficiente para compensar la ausencia del extranjero, que sigue siendo una quinta parte del que había antes del coronavirus. Hasta que no se corrija, asistimos a una recuperación desigual en forma de K, con unos sectores ganando peso sobre otros.
Y todavía quedan cosas por corregir: hay unos 400.000 trabajadores en ERTE, de los cuales un 30% está en reducción de jornada. Se han perdido unas 75.000 empresas, de las que la mayoría eran micropymes con hasta cinco asalariados. La tasa de paro está en el 15,3% frente al 13,8% del último trimestre de 2019. Y una parte de los autónomos y empresarios padece restricciones de aforo o de horarios y, por tanto, pierde ingresos.
El tercer trimestre dependerá mucho del turismo. Y en la medida en que no se recupere, probablemente siga habiendo un crecimiento vigoroso pero con un ritmo ligeramente menor. Por el contrario, “si la presión hospitalaria no empeora, podría jugar a favor”, destaca Vidal.
En cualquier caso, los escenarios están sujetos a mucha incertidumbre. Solo en el plano global la economía estadounidense da señales de algún enfriamiento aunque los servicios hayan ido bien. La variante delta se está acusando en Asia, repercutiendo sobre las fábricas y el comercio internacional. Los puertos chinos están cerrando por brotes y se encuentran sobrecargados. Y cuellos de botella como la falta de semiconductores están parando fábricas, sobre todo del automóvil.
En definitiva, los expertos consideran que la peor parte parece haber quedado atrás, pero señalan que todavía hay riesgos y que la salida definitiva aún puede demorarse. Y en ese contexto seguirá desempeñando un papel esencial el mantenimiento de los estímulos monetarios y fiscales en los próximos trimestres para evitar cualquier inestabilidad financiera.