Así lo pone de manifiesto en un reciente informe la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que advierte que, de media, la participación del gasto en vivienda en los presupuestos familiares ha aumentado cerca de un 5% entre 2005 y 2015, restando un 2% al desembolso que antes se destinaba a la alimentación, un 1,3% al que iba para el ocio y un 1,2% al que se empleaba en productos textiles, entre otras partidas.
Esta tesitura cobra especial relevancia en un momento como el actual, en el que buena parte de la recuperación económica tras la crisis del Covid-19 se fía al repunte del consumo tras varios meses de hibernación y contención del gasto y un crecimiento de la tasa de ahorro de las familias, que cerró en el 14,8% en el conjunto de 2020 y en el 4,9% entre enero y marzo de 2021. La vivienda, principalmente la que está en régimen de alquiler, “representa en promedio el mayor gasto de los hogares en el conjunto de la OCDE en todos los grupos de ingresos, por delante de la alimentación y la ropa, el transporte, el ocio, la salud y la educación”, detalla el organismo.
En efecto, según los últimos datos que ofrece la OCDE, relativos a 2016, en los hogares con menos renta un 37% de los ingresos van al pago de la vivienda, cifra que se reduce al 31% en las familias de posiciones intermedias y al 25% en las más adineradas. En los tres grupos, el gasto residencial supera con holgura al destinado a comida y ropa, que se lleva el 26%, el 24% y el 21% del presupuesto después de haber perdido peso a lo largo del periodo analizado. “Esta absorción que hace la vivienda de otros gastos”, alerta la OCDE, “podría ir incluso a más” en el corto plazo y modularse poco a poco en función de variables como el aumento de los parques de vivienda asequible en arrendamiento, entre otros puntos.
En España, atendiendo a la Encuesta de Presupuestos Familiares publicada la semana pasada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), la tendencia que recoge la OCDE se replica de forma similar. Analizando la serie histórica, y dejando de lado el ejercicio de la pandemia por ser indudablemente atípico, los gastos medios relativos a la vivienda han crecido de desde el 24,9% recogido en 2006 al 31,2% anotado en 2019. En el mismo periodo, por el contrario, el peso de la ropa y el calzado ha caído desde el 6,8% al 3,7%, el de los muebles y artículos para el hogar lo ha hecho desde el 5,9% al 4,3% y el del ocio y la cultura se ha reducido desde el 6,9% al 5,4%, entre otras partidas.
En 2020, un año en el que el desplome del gasto total de las familias rozó el 11%, la vivienda se llevó 35,6 de cada 100 euros que desembolsaron las familias, en torno a cuatro euros más que en los cinco ejercicios previos y el máximo histórico de la serie. A la hora de desagregar los datos del INE por niveles de ingresos, España vuelve a replicar la tendencia general que se vive en el seno de la OCDE. Así, el quintil de población más pobre ha pasado de destinar el 36,8% de los ingresos en 2006 al 40,4% en 2019 (44% en 2020), mientras que el más adinerado ha evolucionado del 19,5% al 27,4% en el mismo periodo (31,6% en 2020).