El gasto medio en alimentos por persona fue de 1.610,30 euros en 2021, según el último Informe de Consumo Alimentario del Ministerio de Agricultura. Solo aplicarle a eso un incremento del 13,8% supondría elevar el gasto para este año en 222,2 euros. Para un hogar de tres personas, el sobrecoste supondría 55 euros al mes. Pero en esa cantidad se contempla todo lo que se compra.
El análisis se ha centrado solo en 24 artículos básicos, que sumaron el año pasado un desembolso per cápita de 873,61 euros. Al aplicarles la inflación de agosto, el gasto anual se elevaría en 142 euros, o lo que es lo mismo: 40 céntimos más al día. Para una familia de tres supone un sobrecoste de más de 425 euros al año. Una pareja con dos hijos superaría los 567 euros de desembolso extra. Y esto sin tener en cuenta que, al eliminar los productos que no se consideran esenciales, seguramente habría que comprar más de los que sí lo son.
El incremento en la cuenta del supermercado preocupa a los hogares. La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ha pedido a empresas del sector de la distribución como Mercadona, Carrefour, Lidl y Dia que ofrezcan a sus clientes una cesta económica. Estas se han desmarcado de momento de la propuesta porque aseguran que sus precios ya están muy ajustados, con márgenes que cifran entre el 1% y el 2%.
La cadena alimentaria, desde la producción hasta la venta en los lineales, soporta grandes costes por la energía y las materias primas. El mantenimiento de la cadena de frío, el transporte, el envasado, los piensos… la factura no para de crecer. Los supermercados reivindican unos esfuerzos "ingentes" para contener los precios y que la distribución es un sector "extraordinariamente eficiente", como ha repetido esta semana Javier Millán-Astray, vicepresidente ejecutivo de Anged, que engloba a compañías como El Corte Inglés o Carrefour. En el campo, Álvaro Areta, responsable técnico de COAG, coincide en la energía y las materias primas como principales causas, pero hace hincapié en algunas ineficiencias de la cadena que agravan los problemas, como que las alzas de precios se trasladen muy rápido, pero no las bajadas. Sobre los márgenes de la distribución, afirma que "un 2%, con una facturación muy elevada, es una cantidad considerable".
La organización de consumidores OCU realiza desde 1988 un estudio de precios anual de la cesta de la compra. En julio publicaron el último y arrojaba un incremento medio del 15%, un récord. "Nunca habíamos visto esto: el 95% de los productos suben, incluidos básicos como pollo y arroz. Y los incrementos son homogéneos entre cadenas", afirma Enrique García, portavoz de la asociación. Noelia Arenas, experta de la consultora Nielsen IQ, que elabora estudios similares, apunta otro problema de la inflación generalizada: "Los consumidores suelen cambiar a productos alternativos más baratos y ahora sube todo, hasta las marcas blancas. Así que buscan más promociones y mejores ofertas. ¿Dejan de comprar? No, porque no puedes dejar de comprar productos básicos".
Pero el bolsillo sufre y la cantidad de la cesta, también. Se adopta el llamado consumo de crisis: mayor frecuencia de compra con el carro más ligero. O, como ha detectado la consultora Kantar, se intensifica la tendencia de comer un plato único (el 52,4% de las comidas, el mayor nivel desde 2020), mientras el desperdicio alimentario ha caído un 12,3% en un año. El futuro inmediato no puede ser más incierto: "Las previsiones son complicadas ahora, porque no sabemos cómo va a evolucionar la inflación", admite Arenas.
La mejor opción, según Consumo, es buscar ofertas y que los alimentos sean saludables, como los que agrupa en su guía. La recomendación de la nutricionista Azahara Nieto es casi calcada. La base de una buena dieta, señala, debe ser "fruta, verdura, legumbres, proteínas de alto valor biológico animales o vegetales, y el aceite de oliva". Nieto asegura que la situación económica se cuela inevitablemente en la consulta: "Te comentan que la fruta está muy cara y al final se compra menos variedad. Ya no es tanto antojo como comparar precios".