Los últimos datos oficiales indican que en agosto pasado la edad media de las nuevas jubilaciones era de 64,5 años (64,24 años para los hombres y 64,95 años para las mujeres). Según se indica en la documentación presupuestaria para 2021, esta edad media es “inferior en un año a los 65 años y diez meses, establecidos como la edad legal en 2020”. Y si se mantiene este ritmo, en ausencia de nuevas reformas, esta brecha seguirá incrementándose, ya que la edad media de retiro avanza más lentamente que la edad ordinaria de jubilación.
De hecho, desde que en 2013 empezó a incrementarse dicha edad de manera progresiva, fue aumentándose un mes cada año hasta 2019. Desde entonces, el aumento ha sido de dos meses al año hasta que en 2027 se cumpla la edad legal de 67 años para quien haya cotizado menos de 38 años y 6 meses en dicho año. Mientras que, en todo este tiempo, la edad media de las nuevas altas de jubilación ha pasado de 64,19 a 64,52, con lo que no se ha ganado ni medio año. Sin embargo, Escrivá se muestra convencido que para acercar la edad real de jubilación a la ordinaria o legal bastará con hacer algunos retoques paramétricos en el cálculo de las jubilaciones anticipadas y parciales, de forma que se endurezca su acceso, al tiempo que se creen nuevos incentivos al retraso de las jubilaciones.
Y es cierto que el anterior endurecimiento de las jubilaciones anticipadas y parciales aprobado en 2013, así como el aumento de los incentivos a la jubilación demorada y la nueva jubilación activa supusieron un aumento de la edad media de retiro. Pero todo apunta a que dicho incremento se produjo por el efecto del anuncio de las medidas de endurecimiento, porque en los años posteriores la ley permitía que un buen número de jubilaciones anticipadas se rigieran por la normativa anterior más permisiva. Por ello, los retiros anticipados siguieron siendo elevados y la edad incluso bajó entre 2014 y 2017.
No obstante, a medida que han avanzado los años estas excepciones han ido disminuyendo, de forma que ahora alrededor del 80% de los retiros anticipados ya se hacen con mayores penalizaciones. Aun así, la realidad es tozuda y la edad media de jubilación sigue sin despegar. Esto sugiere que las medidas de penalización del retiro anticipado que deberían adoptarse tendrían que ser más contundentes que las actuales para que surtieran el efecto perseguido por Escrivá.