España tiene un tipo impositivo integrado sobre las ganancias de las empresas -que incluyen los dividendos- que llega al 44,5%, mientras que la media de las economías del entorno se sitúa en el 40%. De esta forma, el país se sitúa en los puestos de cabeza de la OCDE, al nivel de los países nórdicos, en gravamen del beneficio empresarial.
En la mayoría de los países europeos de la OCDE, los beneficios empresariales se gravan dos veces, una a nivel de la compañía y otra a nivel de accionista. De esta forma, el tipo integrado se calcula incluyendo al tipo normativo del Impuesto sobre Sociedades -el 25% en el caso de España- una serie de variables para obtener el impacto de la fiscalidad de los dividendos. Los fiscalistas calculan estos tipos con la fórmula (Impuesto sobre Sociedades) + [(Beneficio Distribuido – Impuesto sobre Sociedades) x Impuesto sobre Dividendos].
España es el único país europeo que sube el Impuesto sobre Sociedades sin esperar, además, al tipo mínimo del 15% para las multinacionales que prepara la Comisión Europea para todos los Estados miembros. El Gobierno ha decidido no esperar a la decisión europea para armonizar la medida y ha establecido por su cuenta un tipo mínimo del 15% para las empresas que facturen más de 20 millones de euros. Moncloa opta así por elevar la presión sobre las medianas empresas, ya que el proyecto europeo estudia este mínimo para sociedades que facturen más de 700 millones de euros.
El Ejecutivo no aclara aún que hará cuando se apruebe el tipo mínimo europeo y baraja la opción de mantenerlo además del que establezca la Comisión Europea. Esta situación contrasta con la del resto de economías europeas, que han aplicado rebajas en el Impuesto sobre Sociedades en los últimos ejercicios. Los últimos países en reformar la fiscalidad de la empresa son Austria, Francia, Holanda, Polonia, Suecia y España. Todos han elegido bajar los tipos o reducir la presión durante este ejercicio menos el Gobierno español.
Irlanda cuenta con el tipo integrado más alto entre los países europeos de la OCDE (57,1%). Sin embargo, el Gobierno irlandés mantiene el Impuesto sobre Sociedades a un 12,5%, uno de los niveles más bajos del entorno. La tasa llega al nivel más alto por lo que pagan los accionistas al cobrar el dividendo. En el caso irlandés, el tipo sobre los dividendos alcanza el 51%, el más alto de los países europeos. Después de Irlanda, Dinamarca (54,8%) y Francia (52,8%) son los países con un tipo integrado más alto. Por su parte, Estonia (20%), Letonia (20%) y Hungría (22,7%) imponen las tasas más bajas.
"Antes de que los accionistas paguen impuestos, la empresa primero se enfrenta al Impuesto sobre Sociedades", explica Daniel Bunn, vicepresidente de Proyectos Globales de la Tax Foundation. "Una empresa paga Sociedades sobre sus beneficios, por lo tanto, cuando el accionista paga su parte de impuestos, lo hace sobre dividendos o ganancias de capital distribuidas de las ganancias después de impuestos. La tasa impositiva integrada sobre los ingresos corporativos refleja tanto el impuesto sobre los ingresos corporativos como el impuesto sobre los dividendos o las ganancias de capital, el impuesto total gravado sobre los ingresos corporativos", añade Bunn.
Estonia y Letonia son los únicos países europeos de las economías desarrolladas de la OCDE que no gravan los dividendos. Ambos países mantienen un tipo normativo en su Impuesto sobre Sociedades del 20%, un punto por encima de la media, que está en el 21,5%. Si se incluye en la ecuación las ganancias de capital, España cuenta también un tipo integrado del 44,5%. Sin embargo, se aleja aún más de la media europea, que se sitúa en este caso en el 37%.
En las ganancias de capital, Dinamarca (54,8%), Francia (52,7%) y Portugal (50,7%) tienen las tasas integradas más altas entre los países europeos de la OCDE, mientras que Eslovenia (19%), Suiza (19,7%) y Turquía (20%) aplican los tipos más bajos. Varios países europeos de la OCDE -Bélgica, Luxemburgo, Eslovaquia, Eslovenia, Suiza y Turquía- no imponen impuestos sobre las ganancias de capital a largo plazo. De esta forma, en estas economías el Impuesto sobre Sociedades es el único nivel de gravamen sobre los ingresos corporativos realizado como capital a largo plazo.