España, el país que más aumenta la presión fiscal tras la crisis del Covid

España, el país que más aumenta la presión fiscal tras la crisis del Covid

España es el país que más ha aumentado su presión fiscal durante el año 2020. Las reformas tributarias y el impacto de la crisis del coronavirus han incrementado el indicador un 1,9%. El país alcanza así una presión fiscal del 36,6% sobre el Producto Interior Bruto (PIB), más de tres puntos por encima de la media de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que se mantiene en el 33,5%.

La OCDE ha elaborado ya la edición de 2021 de la publicación anual sobre Estadísticas de Ingresos Fiscales de la OCDE. Según el informe anual sobre los ingresos de las finanzas públicas, presentado, la relación promedio entre impuestos y PIB se situó en España en el 36,6% a lo largo del año 2020, un aumento de 1,9 puntos porcentuales respecto a 2019 y el mayor alza de todas las regiones analizadas por el club de los países ricos. La resistencia de la recaudación en pleno desplome de la economía explicaría en buena medida este aumento de la presión fiscal sobre el PIB.

En términos generales, durante 2020, “la relación promedio entre impuestos y PIB de la OCDE aumentó en 0,1 puntos porcentuales, hasta el 33,5%”, explica la OCDE. La razón, señala, es que, aunque los ingresos fiscales nominales cayeron en la mayoría de los países debido a la crisis sanitaria y económica, las caídas en el PIB “fueron a menudo mayores”, lo que resultó en un “pequeño aumento en la relación promedio entre impuestos y PIB”.

En los países de la OCDE, la relación entre ambas variables osciló entre el 17,9% de México y el 46,5% de Dinamarca, con aumentos en un total de 20 regiones y con caídas en otras 16. El mayor avance, recoge el organismo, se dio en España, “en gran parte debido a un aumento de los ingresos de las contribuciones obligatorias a la Seguridad Social”. España, resume la organización internacional, experimentó la mayor caída del PIB nominal (con un retroceso histórico del 10,8%), pero “una menor caída de los ingresos fiscales nominales”.

Analizando los datos de la serie histórica que recoge la organización con sede en París, el peso de los impuestos sobre el PIB español rondaba el 14,3% en el ejercicio 1965. Más adelante, 25 años después, la aportación se colocó en el 31,5% para escalar al 33% en el 2000 y al 36,4% en 2007, el porcentaje más elevado hasta el año marcado por la pandemia.

En 2010, un ejercicio que empezaba a estar ya bajo los efectos de la crisis financiera de 2008, el peso de los tributos sobre la riqueza nacional se situó en 31,3% para subir al 33,1% en 2013, al 33,8% en 2015 y al 34,7% en 2018 y 2019.

La OCDE recuerda que si el impacto de la pandemia de Covid-19 en los ingresos fiscales de los países ha sido menos pronunciado que durante las crisis anteriores es, en parte, “debido a las medidas de apoyo introducidas por los gobiernos para apoyar a los hogares y a las empresas”. Esto sugiere, señala el organismo, “que las medidas de apoyo contribuyeron a la estabilidad relativa de los ingresos fiscales al proteger el empleo y reducir las quiebras corporativas en un grado considerablemente mayor que en la crisis financiera mundial de 2008-2009”.

La OCDE, aunque proporciona la información preliminar del año 2020, únicamente ofrece los datos desglosados por componentes del ejercicio 2019. De media, en el club de los países ricos, las cotizaciones sociales representaron la principal fuente de ingresos fiscales (un 25,9% del total), seguidas de cerca por el impuesto sobre la renta (23,5%) y a un poco más de distancia por el IVA (20,3%). El resto de las tasas al consumo supusieron un 12,3%, el impuesto de sociedades un 9,6% y los impuestos a la propiedad un 5,5%.

La estructura impositiva, según los mismos datos, fue en 2019 diferente en España. Por un lado, las cotizaciones sociales tuvieron un peso neto mucho más elevado, hasta el 35,3%, algo que también ocurrió con los impuestos a la propiedad, que se colocaron en el 7,1%. Por el otro, Sociedades supuso un 6%, el IVA, un 18,7%, y el resto de gravámenes sobre el consumo, un 10,2%.