El precio del gas podría llegar a dispararse a los 360 euros, según el BCE

El precio del gas podría llegar a dispararse a los 360 euros, según el BCE

La presidenta del BCE Christine Lagarde ha asumido hoy "su culpa" por unas previsiones económicas que quedan por completo obsoletas en cada actualización trimestral. Y se ha esforzado por defender la credibilidad del banco central al reiterar su compromiso con devolver a toda costa la estabilidad de precios con nuevas alzas de tipos de interés. Pero el veloz deterioro de la economía de la zona euro está materializando los escenarios adversos que el BCE manejaba meses atrás.

La previsión de alza de precios en la zona euro para este año es del 8,1%, frente al 6,8% del pronóstico de junio. Entonces, el BCE apuntaba a un escenario adverso con un IPC este año del 8%, con un corte de total del suministro ruso de gas. Con la suspensión del bombeo anunciada por Moscú esta semana, tal supuesto ya es un hecho. Su escenario base actual es de un estancamiento del crecimiento, no una recesión, y un alza del PIB en 2023 del 0,9%. Pero en un escenario negativo, la contracción económica sería del 0,9% el año próximo y la inflación se dispararía al 8,4% este año y al 6,9% en 2023.

Ese supuesto negativo que contempla el BCE pasa por un corte drástico del suministro de gas ruso a Europa, con racionamiento energético en todos los países de la zona euro y sin que se hubieran encontrado productores alternativos capaces de compensar esa pérdida de suministro. En tal escenario, el precio del gas se dispararía a los 360,6 euros por megavatio, con un incremento del 53% respecto al nivel del escenario base, y aún se mantendría en los 253,4 euros en 2024. El precio del barril de petróleo se dispararía a los 138,2 dólares el año próximo. El precio actual del gas en el mercado holandés de futuros está en los 213 euros y el brent cotiza por debajo de los 90 dólares.

En un entorno económico que se agrava a cada semana, el BCE afronta el enorme reto de intentar contener la inflación partiendo de un nivel de tipos muy reducido y con el agravante que supone que el incremento de los precios se debe a un shock de oferta, con el encarecimiento de la energía, no a un calentamiento de la economía desde el lado de la demanda.