La inflación es ya sin ningún tipo de duda el mayor enemigo para la economía de EEUU. Contra todo pronóstico, los precios volvieron a tocar un nuevo máximo (variación interanual del 8,6%) en mayo, lo que ha obligado a la Reserva Federal a incrementar el ritmo de las subidas de tipos. No obstante, las subidas del precio del dinero, pese a ser efectivas, tardan tiempo en trasladarse a la economía y sobre todo en actuar sobre el propio IPC. Por ello, la Casa Blanca está preparando su propio paquete de medidas para que el alivio sobre la inflación se comience a sentir de forma inmediata. La combinación de una política monetaria más restrictiva y unos tipos de interés más altos podría suponer un alivio para los consumidores americanos en los próximos meses.
Por un lado, están las medidas a corto plazo que buscan un alivio inmediato. La administración Biden baraja suspender temporalmente el impuesto federal a la gasolina (18,4 céntimos y 24,4 el diésel) y rebajar parte de los aranceles a China. Esto tendría un impacto casi inmediato, dada la dependencia de EEUU de las importaciones de bienes chinos y de la elevada intensidad de su economía en el uso de combustibles.
Los aranceles pueden servir para proteger a las industrias nacionales, pero a la vez funcionan como impuesto que pagan los consumidores (el arancel eleva el precio medio del bien o servicio que lo sufre). Reducir los aranceles es una medida de impacto inmediato sobre la inflación.
La secretaria del Tesoro, Janet Yellen, ha asegurado este fin de semana que algunos aranceles sobre China heredados del gobierno de Donald Trump "no tenían un propósito estratégico" y ha asegurado que el presidente Joe Biden los estaba revisando como una vía para reducir la inflación. Yellen, en declaraciones a ABC News, que "todos reconocemos que China se involucra en una serie de prácticas comerciales desleales que es importante abordar, pero los aranceles que heredamos, algunos no tienen un propósito estratégico y aumentan los costes para los consumidores", aseveró.
No obstante, los economistas del Peterson Institute for International Economics no son tan optimistas respecto al impacto de la bajada de los aranceles en la economía americana. Megan Jogan y Yilin Wang, investigadores del PIIE, publicaban una nota en junio en la que aseguraban que "el efecto directo de eliminar los aranceles sobre las importaciones de China reduciría la inflación a través del IPC en 0,26 puntos porcentuales. Sin embargo, las empresas estadounidenses podrían sus márgenes para competir con esas importaciones, entonces el impacto competitivo de rebajar los aranceles de China podría conducir eventualmente a una reducción de alrededor de 1 punto porcentual en la inflación".
Los economistas del PIIE van más allá y creen que "la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, y otros miembros de la administración deberían pensar en una liberalización más amplia del comercio y considerar reducir los aranceles más allá de los impuestos a China. Una reducción del equivalente arancelario de 2 puntos porcentuales en una amplia gama de bienes podría generar una reducción única estimada de 1,3 puntos porcentuales en la inflación del IPC. Esa reducción ahorraría 797 dólares por hogar estadounidense", aseguran estos economistas.
Estos expertos explican que los aranceles a menudo funcionan como un impuesto regresivo, pesando más sobre los hogares de bajos ingresos, ya que tienen que dedicar una mayor proporción de sus ingresos al consumo (los hogares de mayor renta presentan una mayor propensión al ahorro). "Aunque la lógica detrás de la imposición de aranceles ha sido políticamente atractiva, especialmente para áreas con industrias en declive, sus costes a menudo son excesivos y se agravan cuando la inflación castiga a los consumidores", sentencian estos expertos.
Sin embargo, estas medidas pueden ser contraproducentes en el medio plazo para la inflación, puesto que fomentan la demanda de esos bienes que están creando el torbellino inflacionario. Por ello, la Administración Biden pretende combinar estas medidas con una histórica subida de impuestos y de los tipos de interés. Eso es lo que dicen los manuales de economía: para combatir la inflación es recomendable implementar políticas monetarias y fiscales contractivas para que el intento de enfriar la demanda sea más efectivo.