Menos paro y más ocupados pese a la guerra y la inflación. El mercado laboral español acaricia aún con las inclemencias los niveles previos a la crisis del 2008 y su posterior Gran Recesión. La encuesta de población activa (EPA) publicada este jueves por el INE confirma un ecosistema del trabajo en auge durante los meses de abril y junio pese al desgastante efecto de la escalada de precios y aupada por el motor que vuelve a ser el turismo en Semana Santa y la previa del verano. La tasa de paro bajó 1,2 puntos y se situó en el 12,5%, mientras que la ocupación creció en 383.300 nuevos empleados hasta dejar una cifra total de trabajadores en activo de 20,46 millones de personas en toda España.
A falta de ver cómo evoluciona la economía en los próximos meses, dados los augurios de un otoño complicado tras la subida de tipos y la persistente escalada de precios, España llegó al verano con la crisis covid superada en términos laborales. Más ocupados y con un empleo de mayor calidad. Pues otro dato que muestra la EPA del segundo trimestre son los primeros efectos de la plena entrada en vigor de la reforma laboral. Y es que en el segundo trimestre se han sumado 600.000 ocupados con un contrato indefinido. El número de parados se sitúa en 2.919.400, el mínimo desde el tercer trimestre de 2008.
Las nuevas normas de contratación empezaron a regir en abril y el primer efecto de las mismas es la mayor reducción de la temporalidad de la serie histórica. El porcentaje de eventuales cayó casi dos puntos, hasta el 22,3%. Nunca en España ha habido tan pocos temporales, sin por ello dejar de ostentar las mayores cifras de eventualidad de toda Europa. Una reducción de los contratados temporales que ha afectado por igual a hombres y mujeres, persistiendo la brecha de casi cinco puntos (19,9% entre los hombres, 24,8% entre las mujeres) en detrimento de ellas.
Y, por el momento, ese aumento de los contratos indefinidos no se está traduciendo en empleos fijos, pero a tiempo parcial. El que ahora está siendo contratado fijo -teniendo en cuenta que los fijos discontinuos de la hostelería y el comercio estarán mayoritariamente a plena actividad por las campañas primaveral y veraniega- lo está a tiempo completo. Pues la tasa de parcialidad ha disminuido respecto a trimestre precedentes, situándose en el 13,8%. Una parcialidad que sigue afectando mayoritariamente a las mujeres y de la que la mitad querría salir para trabajar a tiempo completo.
Si bien durante los primeros compases de la pandemia la recuperación del empleo se explicó parcialmente por el incremento de plantillas en el sector público, especialmente por los refuerzos en sanidad y escuelas, en la actual fase es el sector privado el que está tirando del carro. Aupado especialmente durante el segundo trimestre por el efecto de la campaña de Semana Santa y la previa de la veraniega. En los 12 últimos meses el empleo se ha incrementado en 782.100 personas en el sector privado y en 14.300 en el público.
Ahora mismo en nivel de actividad de la economía española es similar al que había justo antes de estallar la doble burbuja inmobiliaria y financiera. A la semana se trabajan unos 658,6 millones de horas, cifra solo superada durante el fatídico 2008 que daría comienzo a cinco años de Gran Recesión. Sectores como la hostelería todavía tienen margen de recuperación en este sentido respecto a las cifras previas a la pandemia, al igual que el comercio o la industria manufacturera. En cambio, en transporte, actividades técnicas o científicas o las vinculadas con la información nunca antes se había trabajado tanto en España.
Ya lo confirmaron los datos del SEPE del mes pasado y lo corrobora la EPA publicada este jueves. España vuelve a estar por debajo de los tres millones de desempleados, algo que no pasaba desde hace 12 años. Sigue siendo la economía de la UE con mayor tasa de paro y colectivos como los jóvenes persisten anclados en tasas superiores al 30% de desempleo. Y los hogares que tienen a todos sus miembros activos en paro disminuyeron este segundo trimestre en 62.600, pero siguen sumando un total de 990.300 en todo el país.
Entre esos poco menos de tres millones de parados casi la mitad (47,8%) son parados de larga duración. Es decir, llevan más de un año buscando trabajo, pero no encontrándolo. Un porcentaje que si bien está por debajo de los peores niveles que dejó la Gran Recesión (llegó hasta el 62% en 2014), está muy por encima de los niveles que había antes de la crisis del ladrillo. Por aquel entonces gente que llevara más de un año en paro eran el 21% del total de desempleados. Una lacra que afecta especialmente a los mayores de 45 años, entre los cuales seis de cada 10 parados son de larga duración. Muchos de ellos desbancados durante la crisis del 2008 de trabajos que llevaban haciendo toda su vida laboral y desde entonces no han conseguido reengancharse.