El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, lleva desde ayer predicando en Davos, la ciudad suiza donde se celebra el Foro Económico Mundial, sobre las bondades del Perte de microchips y semiconductores, que el Ejecutivo anunció el pasado 4 de abril y que hoy aprobará el Consejo de Ministros. Lo hará con una novedad: su dotación de inversión pública se amplía de 11.000 a 12.000 millones de euros.
El Gobierno subraya así su ambición con el mayor Perte (proyecto estratégico para la recuperación y la transformación económica) de todos los previstos, que está alineado con el plan de recuperación español y busca potenciar y atraer inversiones en torno a la estratégica industria de los chips y tecnologías relacionadas.
Sánchez mantendrá en Davos una agenda apretadísima, con varios encuentros con los máximos ejecutivos de algunas de las empresas internacionales más importantes de este sector. Anoche ya asistió a una cena privada organizada por el CEO de Intel, Pat Gelsinger, con quien hoy mantendrá una reunión a las 9:00 horas. Dos horas después, mantendrá una reunión bilateral con el CEO de Micron Technology, Szanjay Mehrotra, y otra, a las 11:30, con el CEO de Qualcomm, Cristiano Amon. Por la tarde, el encuentro será con el CEO de Cisco, Chuck Robbins. Y a las 22:00 participará en un evento privado organizado por el CEO de Qualcomm.
Sánchez tratará de convencerles de que España puede convertirse en uno de los países donde el diseño, la investigación y la fabricación de chips pueden tener lugar con escala global, y que, por tanto, es un buen sitio para invertir.
Aunque desde el Gobierno no han querido avanzar nuevos detalles sobre este Perte, el secretario de Estado de Telecomunicaciones e Infraestructuras Digitales, Roberto Sánchez, dijo hace unos días en un evento organizado por el Diario.es que el proyecto no solo quiere atraer fabricación, "si no que contempla también la fase de diseño y pilotaje" en torno a los chips.
"Es un Perte con una visión de medio-largo plazo, pues estamos hablando de actuaciones tecnológicamente muy complejas, con enormes inversiones y en las que se contempla la colaboración público-privada y acudir al ámbito internacional para atraer a quienes tienen la última tecnología", que es necesaria para que España se sitúe a la vanguardia del progreso industrial y tecnológico. Según añadió Roberto Sánchez, este Perte tocará diferentes ámbitos, "para reforzar la capacidad de I+D+i, incrementar las capacidades de diseño de chips, impulsar su fabricación en el país e impulsar actividades relacionadas con la capacitación, con el fin de ser atractivos para atraer y retener el talento".
Desde el Gobierno reconocen que hay contactos con las empresas desde hace meses, pero aseguran que el hecho de que "el presidente del Gobierno abra desde hoy la puerta en Davos es fundamental, pues expresa una voluntad política y un compromiso al más alto nivel". "No es casualidad", añaden, "que el Perte se apruebe hoy. Era muy importante que el presidente acudiera a Davos a hablar con los máximos ejecutivos de estas grandes tecnológicas con ese Perte aprobado debajo del brazo".
"En España ya existen capacidades científico-tecnológicas e incluso industriales en determinado tipo de segmento de semiconductores, y es lo que justifica que tengamos la oportunidad de dar un salto cualitativo y cuantitativo en términos de ir más a la vanguardia en este ámbito", remarcó el secretario de Estado.
Desde el Gobierno recuerdan que esta industria ha pasado a adquirir una importancia geoestratégica en el contexto actual de transformación digital de la economía, pues los chips se encuentran hoy en cualquier ámbito, desde los electrodomésticos, la telefonía móvil y el equipamiento informático a los robots industriales, satélites o máquinas de supercomputación. "Impulsan los dispositivos y servicios inteligentes que utilizamos hoy", remarcan.
Este Perte español se encuentra alineado con el plan europeo anunciado por la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, el pasado febrero, que prevé movilizar más de 43.000 millones de inversiones públicas con el objetivo de que para 2030 el 20% de los chips mundiales se fabriquen en Europa, lo que supondría tener que multiplicar por cuatro la fabricación actual, que apenas alcanza hoy el 10% del mercado.