El Banco de España presentó su informe anual donde analiza la situación tanto pasado como futura de la economía española y ofrece su receta, en este caso para salir airosa de la actual situación de crisis derivada de la etapa final de la pandemia de Covid, y lo más importante de la incertidumbre derivada de la guerra en Ucrania. La autoridad monetaria considera que en estos momentos la implementación de reformas y de proyectos de inversión asociados al programa New Generation EU de fondos europeos podrían tener un impacto muy positivo sobre la capacidad de crecimiento de la economía española en el medio plazo.
Según el Boletín Anual 2021, presentado ayer, si en el marco del programa NGEU se seleccionas en proyectos con un elevado grado de complementariedad entre la inversión pública y la privada, y se llevasen a cabo un conjunto de reformas estructurales que redujeran las rigideces existentes en los mercados de productos y de trabajo, la tasa de crecimiento potencial de la economía española al final de esta década podría llegar a situarse en el entorno del 2%.
Así señala que, en un entorno tan cambiante, la probabilidad de que las proyecciones macroeconómicas tiendan a perder vigencia rápidamente es elevada. Sin duda esta estimación supuso un jarro de agua fría, ya que se da a conocer apenas unas semanas después que publicase sus estimaciones económicas. La causa de ello no es otra que el crecimiento del PIB del primer trimestre fue, como consecuencia de la guerra, más moderado que el estimado en las últimas proyecciones del Banco, según adelantó Ángel Gavilán, director general de Economía y Estadística de la entidad.
Es por ello por lo que, en ausencia de cualquier consideración adicional, casi con toda seguridad el PIB se recortaría de manera mecánica cerca de medio punto porcentual en la tasa media de crecimiento del PIB para 2022. En el ámbito de los precios de consumo, la información conocida tras el cierre de las proyecciones apunta a un crecimiento algo más modesto del componente energético, tendencia a la que se unirá el acuerdo alcanzado entre Bruselas y España y Portugal, para abaratar el recibo de la luz.
Por el contrario, el indicador que excluye ese componente, la tasa subyacente, ha mostrado una fortaleza mayor de lo esperado, lo que no hace más que presagiar que las tensiones inflacionistas pueden mantenerse por unos meses más. De acuerdo con las proyecciones del Banco de España de abril de 2022, el PIB crecería un 4,5% en 2022, un 2,9% en 2023 y un 2,5% en 2024. Esta senda supone una continuación de la recuperación, impulsada por la mejora de la situación epidemiológica, los proyectos ligados al plan NGEU, las condiciones de financiación todavía favorables y las medidas tomadas para combatir la escalada de precios de la energía, lo que no oculta que la economía española haya sido la que peor evolución ha registrado del conjunto de países europeos.
Respecto a la reivindicación lanzada en varias ocasiones por el regulador de poner en marcha un pacto de rentas, con el fin de evitar el traslado de la inflación al seno de la economía, Gavilán reconoció que, pese al no acuerdo alcanzado en la negociación entre los agentes sociales, los datos que se conocen hasta ahora en materia de salarios, con alzas hasta abril del 2,40% y de una contención de los márgenes empresariales, se pone de relieve "de forma tácita" su cumplimiento. Así insistió en que este pacto hay que centrarlo dentro de un marco plurianual, teniendo en cuenta que las pérdidas de poder adquisitivo y de márgenes, "son eso, pérdidas", rechazando que puedan recuperarse a futuro.