El informe, titulado Fundamentos y propuestas para una estrategia de largo plazo, señala que entre las particularidades de la composición del tejido productivo español destaca “la elevada presencia de empresas pequeñas y la escasez de empresas medianas; el reducido tamaño de las empresas de nueva creación, sobre todo en el sector servicios, y el bajo nivel de productividad de las pymes españolas”.
“En las últimas cuatro décadas cientos de compañías lograron aumentar su tamaño, mejorar sus procesos productivos y organizativos, y diseñar nuevos bienes y servicios hasta convertirse, en algunos casos, en referentes mundiales en sus campos”, defiende el informe, que destaca que hoy día España “cuenta con una masa crítica de medianas y grandes empresas”, y que las de mayor tamaño han pasado de generar el 8% del empleo, en 1986, al 31% del total, en 2018. Con todo, destaca, “España sigue siendo un país en el que predominan las pequeñas y medianas empresas”.
En concreto, según los datos del informe, en la actualidad el 45% de los puestos de trabajo dependen de compañías de un máximo de 19 trabajadores (49% de media en la última década). La cifra contrasta con el 33% que arroja de media la Unión Europea, y con el 36% que supone en los ochos países con mejor desempeño económico (Finlandia, Austria, Países Bajos, Bélgica, Alemania, Francia, Dinamarca y Suecia). A su vez, la empresa mediana (de entre 20 y 249 empleados) genera en España el 24% de los puestos de trabajo, mientras que en la UE aporta el 28% y en los países mejor posicionados un 29% del total.
“Este menor tamaño empresarial supone un hándicap para la expansión internacional de nuestros negocios y la adquisición de nuevas prácticas en la vanguardia del conocimiento”, alerta el informe, que detalla que solo “un 5% de las pymes vende sus bienes en el exterior, frente al 62% de las grandes empresas”, lo que “limita el desarrollo de nuevas ideas y productos y obstaculiza, también por esta vía, el avance de la productividad”. Un problema al que se suma la complicación de las firmas de menor tamaño para lograr acceso a financiación, lo que limita sus posibilidades de crecer realimentando el “circulo vicioso” de la economía española, subraya el documento.
Esta situación, concluye, “ha impedido a España cosechar ganancias sostenidas de productividad y ha elevado su vulnerabilidad a las crisis y a la competencia exterior”, propiciando además una mayor destrucción de empleo en momentos de crisis. Identificado el problema, el documento apunta a la necesidad de dotar de mayor tamaño a las empresas españolas para que el peso del mantenimiento del empleo recaiga en mayor medida en aquellas de mediano y gran tamaño, que soportan mejor los periodos de contracción económica.
En concreto, la hoja de ruta propuesta por el Gobierno, y cuyas medidas concretas serán negociadas con patronal, sindicatos, empresas y administraciones, pasa por reducir del 49% al 35% el volumen de empleo nacional dependiente de las pequeñas empresas para el año 2050. El salto sería progresivo, con rebajas al 42% en 2030 y al 38% en 2040.En paralelo, la mediana empresa pasaría de gestionar el 23% del empleo al 30% en las próximas tres décadas, mientras que las grandes compañías avanzarían desde el 31% al 35%. Unos porcentajes que situarían ya a España en línea con el actual reparto de las ocho economías más productivas de la UE.