El PIB de España, según las proyecciones actualizadas este lunes por la Comisión Europea, crecerá un 4% en 2022 y un 3,4% en 2023. Los recortes frente a las previsiones del pasado febrero, de 1,6 puntos y de un punto respectivamente, harían que el país no recuperase los niveles previos al Covid-19 hasta mediados del ejercicio próximo, retrasando por enésima vez la vuelta a la situación prepandémica. La nueva radiografía que dibuja la Comisión se alinea con las del resto de grandes analistas y con la del propio Ejecutivo, que prevé un avance del 4,3% para este año.
El frenazo de España es semejante al que sufren la mayoría de las economías europeas. Según las previsiones de Bruselas, sujetas a una gran incertidumbre y volatilidad como es costumbre desde que irrumpió la pandemia, el PIB de la UE y de la Eurozona crecerá un 2,7% en 2022 y un 2,3% en 2023, un recorte respecto a la anterior previsión, que preveía avances del 4% durante este año y del 2,8% en 2023 (2,7% en el caso de la Eurozona). España, con todo, será el cuarto socio que más crecerá este ejercicio, solo por detrás de Portugal (que avanza un 5,8%), Irlanda (5,4%) y Malta (4,2%). Al otro lado de la tabla estarán Estonia (1%), Alemania (1,6%) y Finlandia (1,6%).
Las previsiones, recuerda Bruselas, se enmarcan en un escenario de crecimiento de precios, impulsado por el encarecimiento de la energía tras la guerra abierta en el este. En el caso de España, la Comisión duplica la previsión de avance del índice de precios al consumo (IPC) en 2022 respecto a las proyecciones de principios de año, pasando del entorno del 3% al 6,3%.
"Se prevé que la inflación alcance su punto máximo a mediados de año y una media del 6,3% en 2022", ha señalado el Ejecutivo comunitario en su análisis, en el que ha apuntado a un deterioro del poder adquisitivo de los españoles, lo que propiciará que el consumo se mantenga en niveles inferiores a lo inicialmente previsto. En España, explica Bruselas, el alza de los precios de la energía ha sido más veloz que en otros países, lo que podría tener consecuencias, además de en el consumo privado, en sectores como el transporte, la construcción o la industria electrointensiva.
Aun así, la Comisión confía en que la escalada inflacionista sea transitoria. De hecho, como han vaticinado otros analistas nacionales e internacionales, se espera que el avance del IPC caiga fuertemente en 2023 hasta el 1,8%. Esta cifra, en todo caso, supondría siete décimas más que lo proyectado en febrero. Estaría, eso sí, por debajo de la media de la eurozona (2,7%) y de la Unión Europea (3,2%).
En el apartado de los riegos se encuentra el contagio del alza de los precios de la energía a otros elementos y productos de la cesta de la compra. Por eso, Bruselas prevé que la inflación subyacente, que no tiene en cuenta los elementos más volátiles como la energía o los alimentos frescos, se mantenga alta, alcanzando el 3,9% en 2022 y disminuyendo al 2,7% en 2023.