El presidente de EE UU, Joe Biden, ha defendido este jueves su plan socioeconómico de apoyo a la clase media y, por extensión, de lucha contra la pobreza. El mandatario demócrata ha asegurado que bajará los impuestos a las clases más desfavorecidas, una medida que puede beneficiar a unos 50 millones de estadounidenses, y se los subirá a los ciudadanos con ingresos más elevados. La propuesta de reforma fiscal había sido adelantada ya por la Casa Blanca, como medio de financiar los colosales planes de infraestructuras y cobertura social que constituyen el meollo de su mandato.
Pero la oposición republicana y el rechazo de los demócratas moderados a un plan social con una inversión prevista de 3,5 billones de dólares han empujado al mandatario a implicarse personalmente en la pelea, aún incipiente en el Congreso, para avalar la propuesta. El plan de infraestructuras físicas, de 1,2 billones de dólares, recibió el respaldo bipartidista el pasado mes de junio, pero un buen número de dudas y temores rodean la tramitación del programa social.
En un discurso desde la Casa Blanca, Biden anunció “un recorte de impuestos histórico para la clase media” —a la que define siempre como la espina dorsal del país—, a la vez que aseguró que las grandes corporaciones y los más ricos tendrán que empezar a pagar “su parte justa de impuestos”, revirtiendo la rebaja fiscal adoptada durante el mandato de Donald Trump. Se trata pues, como había adelantado este jueves la Casa Blanca en un comunicado, de “establecer reglas del juego [económicas] más justas para garantizar que la clase media, la columna vertebral de nuestro país, pueda al fin respirar”.
“Estos últimos cuarenta años”, ha dicho Biden, “los ricos se han vuelto todavía más ricos, y las grandes empresas han perdido el sentido de la responsabilidad” social. “Los americanos de a pie, que trabajan duramente, han sido simplemente apartados”, recalcó, defendiendo su programa como algo que “podría cambiar la trayectoria de EE UU en los años venideros, puede que incluso décadas”.
Biden desea centrarse en su agenda doméstica, que teóricamente definirá su mandato, para olvidar los resquemores de la atropellada retirada de Afganistán. Y para acallar, este jueves, el ruido provocado por el inopinado anuncio, la víspera, de una alianza estratégica en el Pacífico junto con Reino Unido y Australia. En un breve discurso, Biden defendió su visión social de la economía y se mostró confiado en que el Congreso dé luz verde al gigantesco paquete de medidas que amplían la cobertura social en todos los ámbitos, de la educación infantil al cuidado de menores o dependientes, pasando por el alcance de los programas de seguridad social Medicare y Medicaid. “Sé que aún nos queda un largo camino por delante, pero confío en que el Congreso me remita pronto el plan de infraestructuras [con apoyo] bipartidista y el plan Reconstruir Mejor que propuse”, dijo Biden, usando la denominación oficial del programa de cobertura social.
El presidente tiene previsto hablar este jueves con los líderes de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y del Senado, Chuck Schumer, sobre la agenda legislativa. La víspera, se reunió por separado con dos senadores demócratas, de la facción más moderada del partido. Ambos centristas se oponen al desembolso de 3,5 billones de dólares por miedo al impacto en el déficit del gasto público o por rechazo a un incremento fiscal a las rentas más altas, justo lo que el presidente demócrata ha anunciado este jueves.