Esto supone que, en los últimos cuarenta años, desde 1980 hasta 2021, se ha pasado de que una de cada cuatro personas de la población activa fuera mujer a conseguir la paridad y que casi la mitad de los españoles activos sean mujeres. Para lograr este cambio ha hecho falta que de los ocho millones de nuevos empleos que ha creado la economía española en los últimos cuarenta años, 5,8 millones (esto es el 73% de los nuevos puestos) hayan sido ocupado por mujeres.
Este avance de la actividad femenina ha sido aún mayor en las últimas dos décadas, en las que ocho de cada diez nuevos puestos generados entre 2000 y 2021 los ocuparon trabajadoras, según reflejan los datos oficiales manejados en el estudio La larga marcha de las mujeres hacia la paridad laboral: la revolución silenciosa, elaborado por el catedrático de economía de la Universidad Autónoma de Barcelona, Josep Oliver, para ManpowerGroup.
Esta fuerte incorporación de las mujeres ha permitido el sorpasso de las mujeres en el crecimiento de la población activa, que ha avanzado a un ritmo del 2,8% anual desde 1981 frente al 0,7% de la actividad masculina. Es más, Oliver destaca que el mayor avance de las activas que de los activos "se ha producido tanto en épocas de crecimiento económico como de crisis", salvo en la época de recuperación de la última crisis financiera, entre 2013 y 2019, en los años previos a la pandemia cuando el avance de la presencia femenina fue prácticamente nulo, estancándose en el entorno del actual 47%, indica el estudio.
Pese a ello, este substancial aumento del volumen de activas en España refleja según Oliver "un cambio estructural en el comportamiento de las mujeres con relación al mercado de trabajo", con una mayor participación en él. Esto se traduce en un doble proceso de convergencia aún no conseguido: por un lado, de las tasas de actividad femeninas y masculinas y, por otro, hacia las tasas de participación de las trabajadoras de las economías más importantes de Europa.
Así pese a los avances registrados, en España la tasa de actividad femenina es del 69% -este porcentaje de mujeres de 16 a 66 años está dispuesta a trabajar- frente al 77% de los hombres, por lo que aún restan 8n puntos para que se produzca esa convergencia de género. Mientras que, en lo tocante a la convergencia europea, la citada tasa de actividad del 69% de las mujeres dista mucho del 77% de los países nórdicos o anglosajones o del 76% de los bálticos y del 74% de los centroeuropeos. Aunque supera las medias de los países del Este y del conjunto de los mediterráneos.
Lograr estas convergencias exigirá, según este análisis, más que la incorporación de mujeres en mayor medida que de hombres, "la realización de cambios en los mecanismos de conciliación que permitan mantener más tiempo a las mujeres en el mercado de trabajo".