España generó 77.700 empleos entre julio y septiembre, con lo que el mercado cuenta con un total de 20.545.700 ocupados, según datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) publicada este jueves por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Esta creación de empleo es similar a la registrada en 2019, cuando hubo 69.400 ocupados más en verano, aunque lo habitual entre julio y septiembre, en años de recuperación del empleo, es ganar unos 200.000 puestos de trabajo en este trimestre estival, con lo que los resultados de este año reflejarían cierta desaceleración en la ocupación, que aún, así crece a un ritmo del 2,57% anual. Aunque si hay un dato más preocupante respecto a la marcha del mercado laboral es el de la cifra desestacionalizada, que se estanca (-0,06%) en el trimestre y es la cifra más baja desde hace tres años, justo cuando la economía empezó a dar señales de enfriamiento antes de la pandemia.
Dicho esto, de todos los nuevos empleos creados en el trimestre, dos terceras partes (52.300) se crearon en el sector público, que recoge, por ejemplo, las contrataciones extra en el sector sanitario de las localidades veraniegas de la costa y también las primeras contrataciones de septiembre en el sector educativo ante la vuelta al cole. Los 25.400 nuevos ocupados restantes se registraron en la empresa privada.
Si bien, en este periodo también aumentó el paro. Esto ocurrió porque en este tercer trimestre el número de activos –personas en edad y disposición de trabajar– registró un fuerte aumento de 138.500 personas. De todas ellas, las 77.700 antes citadas encontraron una ocupación y el resto 60.800 personas pasaron a engrosar las listas del paro, es por ello que el desempleo aumentó en dicha cantidad entre julio y septiembre hasta los 2.980.200 parados. Con ello, la tasa de desempleo subió casi dos décimas hasta el 12,67%.
Muestra del efecto estival es que la ocupación aumentó este trimestre en el sector servicios en 114.300 ocupados más siendo el que tiró principalmente del empleo. Pero la industria ganó también 33.100, mientras que bajó en la agricultura (-60.300 menos) y en la construcción -9.400 ocupados, algo habitual en estos meses.
Pero quizás los datos más llamativos del comportamiento del empleo el pasado verano tienen que ver con la calidad del nuevo empleo. Para empezar el saldo neto refleja que toda la ocupación creada fue asalariada, con 90.300 empleados más, mientras que se perdieron 30.800 autónomos. Y, dentro de los trabajadores asalariados, este mismo saldo neto refleja que en el trimestre toda la nueva ocupación fue de carácter indefinida. Así, hubo 444.200 trabajadores con contrato fijo más y 344.900 temporales menos.
Esto bajó la tasa de temporalidad dos puntos respecto al trimestre anterior al 20,1%, pero, sobre todo, aumentó la brecha entre la temporalidad del sector privado que descendió al 17,5%, acercándose al 15% de la media europea, frente al 30% de empleos eventuales en el sector público, donde apenas desciende esta tasa. Igualmente, entre todos los nuevos ocupados, hubo 273.900 más que dijeron que trabajaban a tiempo completo y disminuyeron en 196.200 los trabajadores a tiempo parcial, respecto al trimestre anterior.
Peor parada salió la distribución por género de los puestos de trabajo generados ya que todo el nuevo empleo neto de los meses de verano fue ocupado por hombres (138.400 trabajadores más) mientras que hubo 60.700 ocupadas menos que el trimestre anterior.
Todas estas cifras se corresponden con los datos de afiliación del tercer trimestre que fueron positivos reflejando un promedio de más de 40.000 cotizantes más al mes entre julio y septiembre, frente a una media inferior a los 35.000 al mes del periodo 2017-2019, años previos a la pandemia de fuerte dinamismo del empleo. En el segundo trimestre España había creado 383.300 empleos en comparación con el arranque del año, cuando se perdieron algo más de 100.000 puestos de trabajo.