El Observatorio del mercado de trabajo que elaboran desde el Instituto EY-Sagardoy, Fedea y BBVA Research, presentó ayer un primer y exhaustivo balance de cómo está funcionando la reforma que entró en vigor en enero. Esta evaluación apunta a que tras nueve meses de aplicación de la norma -seis meses desde su entrada plena en vigor- los efectos de la reforma luces y sombras, pero, sobre todo, dejan algunas alertas sobre las que estar atentos. Una de ellas llega, precisamente de la mano de la reactivación de la economía. Según este informe, "la recuperación del empleo podría estar tocando ya techo -sobre todo por el lado de la contratación indefinida- sin haber superado con claridad el nivel previo a la pandemia".
El responsable de análisis económico de BBVA Research, Rafael Doménech, consideró ayer que los datos de afiliación que se conocen del tercer trimestre "anticipan cierta desaceleración de los cotizantes que es consistente con otros indicadores como el PIB", que esta organización prevé que entre julio y septiembre baje dos décimas respecto al trimestre anterior, al tiempo que el empleo aumente apenas una décima en este periodo. Así, mostró su preocupación, porque este agotamiento llegue cuando solo el número de ocupados ha recuperado los niveles previos a la pandemia, pero no lo han hecho ni las horas efectivas trabajadas ni los puestos de trabajo equivalentes a jornada completa.
Otra de estas alarmas surge paradójicamente de la mejora del desempleo. Estos expertos explican que el descenso de la tasa de paro al 12,5% en el segundo trimestre (la menor desde 2008) no obedece exclusivamente a la mejora de la ocupación, sino también a la "atonía de la población activa, afectada por una evolución decepcionante de la tasa de participación". Esto significa que al haber menos gente en disposición de trabajar una menor creación de empleo recorta más la tasa de paro. Es más, esta no es la única faceta negativa de la bajada del desempleo. Según destacan, el paro bajó especialmente entre aquellos que perdieron su empleo hace menos tiempo, mientras que los parados de larga duración siguieron creciendo y ya son casi la mitad del total (48,6%).
Estos académicos ponen en relación este recorte del desempleo con la tasa de vacantes (empleos que según los empresarios se quedan sin cubrir, según la encuesta trimestral de coste laboral). Dicha tasa habría vuelto a subir en el segundo y tercer trimestre hasta el entorno de los 140.000. Ambos indicadores reflejan un mercado laboral más tensionado porque existen más vacantes que la media española en el tiempo y un paro también por debajo de esa media temporal, lo que significa que cada vez hay más dificultades de emparejamiento para cubrir las crecientes vacantes con la mano de obra que se necesita.
Esta tensión en el mercado y, sobre todo este creciente nivel de vacantes, "es preocupante en una economía que aún no ha recuperado la actividad y las horas trabajadas previas a la pandemia. Se tratan de desajustes que llegan antes de una recuperación plena", advirtió ayer Doménech.
En este punto llegaría la tercera de las alarmas, precedida, sin embargo, de un dato muy positivo: el máximo histórico de contratos indefinidos -se han registrado 3,3 veces más que entre enero y agosto de 2021- y una reducción sin precedentes -del 39%- de la contratación temporal durante los primeros ocho meses de aplicación de la reforma laboral. Esto ha dado la vuelta a las nuevas contrataciones que llegaron a ser indefinidas en un 48% frente a la media del 9% que habían sido hasta ahora. Además, la tasa de temporalidad del stock de trabajadores ha descendido cuatro puntos en el segundo trimestre, hasta el entorno del 20% (y aún más baja en el sector privado).
No obstante, la alarma salta con el aumento en las tasas de afiliación de los nuevos trabajadores indefinidos. Esto es, aumentan las finalizaciones de los contratos fijos. La causa principal es el "efecto sustitución" que se está produciendo en los antiguos contratos temporales que ahora pasan a ser fijos discontinuos (considerados indefinidos pero que causan baja de afiliación en los procesos de inactividad). Así, estas bajas contaminan a la totalidad de la contratación indefinida.
Si bien estos expertos han detectado que este aumento de las bajas entre los fijos no obedece solo a los periodos de inactividad de los fijos discontinuos, sino también al fuerte crecimiento del aumento de las bajas por dimisión o abandono voluntario, así como por no superar el periodo de prueba (ver gráfico). Aunque en este último caso, aumentan fundamentalmente por el incremento de la contratación fija.