La presidenta del BCE Christine Lagarde telegrafió nítidamente en junio sus planes para una subida de 25 puntos básicos en julio y un alza superior en septiembre si no se lograba aplacar la inflación. Pero la posibilidad de un aumento de 50 puntos básicos se ha puesto sobre la mesa y, aunque es poco probable no es impensable, según reconoce Bank of America.
"Un aumento de 50 puntos básicos daría una señal de que el consejo de gobierno reniega de su propia guía. Crearía dudas sobre si se puede confiar en cualquier otro compromiso del banco central", reconocen en Citi, donde inciden en que "incumplir un compromiso explícito sobre la magnitud de la subida de tipos de julio sería un mal augurio para la confianza" en la nueva herramienta antifragmentación.
Más consenso hay sobre la subida a realizar en septiembre. En Axa IM y Bank of America creen que Lagarde debería estar abierta a un movimiento de más de 50 puntos básicos, dependiendo de la dinámica de la inflación hasta entonces. Un aumento que en Janus Henderson apuntan que también se podría aplicar en la cita de octubre, para moderarse ya en diciembre.
El otro gran anuncio que el mercado espera es la concreción de la herramienta antifragmentación, con la que el BCE espera mantener a raya las primas de riesgo periféricas y evitar que la paulatina retirada de las compras de deuda y la tensión política en Italia pasen factura a los países más endeudados. Su simple anuncio sirvió para aplacar el alza de las rentabilidades en junio, pero no ha contenido la volatilidad. Un buen ejemplo de ello fue lo acontecido ayer.
La rentabilidad de la deuda española a 10 años, que en niveles intradía cayó 12 puntos básicos, concluyó sin cambios en el 2,48%. Por su parte, la deuda italiana, que en las primeras horas de negociación llegó a bajar 16 puntos después de que Mario Draghi se mostrara dispuesto a seguir como primer ministro, retomó la tendencia alcista y cerró en el 3,39%. El mercado espera que el mecanismo, bautizado previsiblemente TPM por sus siglas en inglés (Transmission Protection Mechanism), sea neutral en cuanto al balance y no aumente la deuda en cartera en un momento en el que se busca justo el efecto contrario.
En Citi esperan que el mecanismo "proporcione al BCE una potencia de fuego considerable. Esperamos que el consejo de gobierno estructure su instrumento con el objetivo de evitar una expansión duradera del balance, pero cierta flexibilidad en el calendario de retorno del balance a su tamaño original haría que el instrumento fuera muy poderoso". En su opinión, la herramienta debe, más que por evitar la fragmentación de las primas de riesgo, la "dislocación", entendida como un aumento de la volatilidad, "acompañada de un agotamiento de la liquidez del mercado secundario y, posiblemente, primario". De esta forma, no sería preciso activarla inmediatamente.
Desde Pimco y Janus Henderson abogan porque el nuevo instrumento sea similar al OMT -que el BCE nunca llegó a activar-, y que entre en funcionamiento cuando el Consejo de Gobierno establezca que el mecanismo de transmisión de la política monetaria está deteriorado y que sería ilimitado. "No creemos que el BCE difunda muchos detalles y, desde luego, no esperamos que comunique los topes de los diferenciales o las estimaciones del valor razonable de los diferenciales de los países", apuntan desde Pimco. Ambas gestoras consideran también que su condicionalidad será menor que la de la OMT y que podría estar vinculada a la entrega de los fondos Next Generation. En Bank of America apuntan que debería además centrarse en los plazos más cortos.