La Comisión Europea (CE) presentó ayer su propuesta para implementar en la UE las reglas internacionales de requisitos de capital de Basilea III, que incorpora ajustes y amplía los plazos para aplicarlas con el fin de limitar a menos del 10% el aumento de las exigencias para la banca europea en plena recuperación pospandemia. Estas normas son la última tanda de las medidas globales adoptadas a raíz de la crisis financiera para reforzar la capacidad de los bancos de responder ante pérdidas y mejorar su supervisión, que han servido para que el sector haya sido parte de la solución frente al Covid, según ha destacado la Comisión. Pese a que se han suavizado las exigencias sobre las propuestas iniciales, los bancos deberán elevar en casi 27.000 millones de euros sus requisitos de capital y reforzar los poderes de supervisión de entidades. Aunque se les da un calendario más amplio para llevar a cabo su adaptación a las nuevas exigencias.
El objetivo es ampliar los plazos para aplicar dichas normas con el fin de limitar a menos del 10% el aumento de las exigencias para la banca europea en plena recuperación pospandemia. Así, Bruselas traslada a la legislación europea los elementos pendientes del acuerdo del Comité de Supervisión Bancaria de Basilea en 2017 (conocidos como Basilea III) teniendo en cuenta las “especificidades” del sector financiero europeo. También ha propuesto que los nuevos requisitos de capital se exijan a partir del 1 de enero de 2025, en lugar de en 2023.
La parte central y más controvertida es el llamado output floor, un indicador que limita la diferencia que puede haber entre el riesgo ponderado con modelos internos o con el modelo consensuado de Basilea III: la estimación interna no puede ser menor del 72,5% del riesgo calculado con el modelo global. Los bancos europeos temían que esto aumentase sus exigencias de capital en mayor medida que para los bancos de otros países. Al final, los requisitos se han suavizado sobre los inicialmente previstos, y es aquí donde la banca española ha salido menos perjudicada y por lo tanto sus necesidades de capital adicional será conservador, señalan varios analistas.
La propuesta de Bruselas prevé incorporar este baremo a partir de 2025, pero da cinco años para aplicarlo totalmente, al tiempo que lo flexibiliza e introduce periodos transitorios en ciertas carteras para tener en cuenta las “especificidades” de la banca europea. Según sus cálculos, los requisitos de capital aumentarán entre un 0,7% y 2,7% para 2025, mientras que para 2030 el incremento sería de entre el 6,4% y el 8,4%, por debajo del 13,7% que anticipaba la Autoridad Bancaria Europea y del 18,5% que se habría alcanzado de no hacer ajustes. Esta flexibilidad en los requisitos de capital se aplicará en el caso de los préstamos a pymes que no tengan nota de una agencia de calificación, o a las hipotecas de bajo riesgo, donde se da un periodo transitorio de ocho años.
Además, las inversiones en capital a largo plazo y estratégicas de los bancos no se considerarán “inversiones especulativas”. De esta forma, se edulcoran las exigencias de capital que se querían introducir inicialmente, aunque la renta variable en poder de la banca, en general, se penaliza, con la excepción comentada. Fuentes del Banco de España aseguran que aún no se tiene un impacto completo tras las recientes modificaciones. “Pero el output floor no nos afectaba antes ni nos afecta ahora. El importe del tratamiento del riesgo operacional, al que la banca española era más sensible, se puede asumir sin problema por las entidades del país, ya que se ha suavizado en la propuesta”.