La economía de la zona euro va tomando fuerza, pero aún no es momento de plantear una retirada de estímulos monetarios. El Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) ha decidido dejar sin cambios su política monetaria en la reunión celebrada hoy, tal y como esperaban los inversores. La institución ha optado por la continuidad, sin tocar ni una coma de lo decidido en marzo, a la vista de que el ritmo actual de compras de deuda ha logrado garantizar la estabilidad financiera, conteniendo las alzas de rentabilidad del inicio de año, y a la espera de que comience el despegue económico que se augura para el segundo semestre del año.
El BCE reitera en el comunicado al término de la reunión de hoy que “el Consejo de Gobierno espera que las compras en el marco del PEPP durante el actual trimestre continúen a un ritmo significativamente más elevado que en los primeros meses del año”. Se pliega al milímetro a lo decidido en el encuentro de marzo, cuando se acordó intensificar el ritmo de compras ante el riesgo de que el alza en las rentabilidades de la deuda registrada en febrero se convirtiera en una amenaza para garantizar un coste de financiación barato. Desde marzo, el ritmo mensual medio de compras del BCE en ese programa es de 80.000 millones de euros, lo que ha permitido mantener a raya el coste de financiación de gobiernos y empresas en la zona euro.
El BCE sí ha revisado al alza sus previsiones de crecimiento e inflación para este año y el siguiente. Para este año prevé un crecimiento del PIB en la zona euro del 4,6%, frente al 4% estimado en marzo, y del 4,7% en 2022, también al alza desde el 4,1% de marzo, dejando sin cambios la previsión para 2023, en el 2,1%. Christine Lagarde ha señalado que se prevé un fuerte rebote de la economía en el segundo semestre y una mayor subida de precios, que se moderaría el año próximo.
Su estimación de IPC ha subido del 1,5% para este año estimado en marzo al 1,9%. En 2022, el BCE espera una inflación del 1,5%, desde el 1,2% anterior, y del 1,4% en 2023, sin cambios frente a la anterior estimación. También ha elevado ligeramente su previsión para la inflación subyacente, en la que aprecian una ligera subida, al 1,1% este año y el 1,3% en 2022. “Aunque estamos lejos de nuestro objetivo”, ha reconocido Lagarde. De hecho, la meta del BCE es que la inflación se acerque al 2%, aunque por debajo. Ese 2% ya quedó superado en mayo y se espera continúe subiendo el resto del año, pero a medio plazo, el pronóstico es muy inferior, un desafío al que deberá responder la revisión de la estrategia que el BCE dará a conocer en septiembre.
“Somos más optimistas en las perspectivas económicas que hace tres meses”, ha explicado la presidenta del BCE en rueda de prensa. Ha destacado que la vacunación se ha acelerado y que se han ido levantando las medidas de restricción a la actividad, aunque aún persisten incertidumbres, como la evolución de la pandemia y de las nuevas variantes del coronavirus o la velocidad a la que se recuperará el sector servicios, con especial atención a la campaña veraniega del turismo.
El BCE ha aplazado por tanto a septiembre cualquier decisión sobre un posible cambio en el ritmo de compras del programa antipandemia (PEPP, por sus siglas en inglés), su herramienta estrella con la que combatir la crisis. Lagarde ha asegurado a propósito de un repliegue de estímulos que “es demasiado pronto, prematuro e innecesario”, ha zanjado. Ha añadido que las condiciones de financiación se mantienen estables en la zona euro, aunque se habrían tensionado ligeramente en el crédito a empresas, en concreto en Holanda y Alemania, no así en la financiación a hogares.
La inflación en la zona euro, aunque al alza, no repunta al ritmo de la de EE UU, economía con la que Lagarde ha reconocido hay fuertes diferencias. El IPC estadounidense de mayo ha sido del 5% interanual. El foco del mercado se sitúa ahora en la reunión de la Fed de la próxima semana y la posibilidad de que anuncie el inicio de un repliegue de estímulos sería un factor en contra del objetivo del BCE de garantizar una financiación lo más barata posible.
La presidenta Christine Lagarde y numerosos miembros del Consejo de Gobierno del BCE ya habían insistido en las últimas semanas en que una retirada prematura de los estímulos puede ser un riesgo para la recuperación de la economía, que recupera tracción en la zona euro, pero está aún sujeta a incertidumbres.
Para el BCE ahora no sería en absoluto el momento de plantear el inicio de la reducción en las compras del PEPP; cuya duración está prevista hasta al menos marzo de 2022, por una cuantía total de 1,85 billones de euros de los que ya se han consumido más de un billón. Lagarde ha asegurado que la redacción del comunicado tras la reunión, en el que se reitera que las compras seguirán a un ritmo “significativamente mayor” al de inicio de año, ha recibido un respaldo unánime, sin que se haya debatido un texto alternativo. Aunque sí ha reconocido un par de opiniones divergentes durante el encuentro a propósito del ritmo de compras del PEPP.