La tasa de ahorro de los hogares españoles se situó en 2020 en el 14,8% de su renta disponible, 8,5 puntos por encima de la de 2019 y la más alta de toda la serie, iniciada en 1999, como consecuencia de las restricciones por la pandemia. El balance económico de 2020 es seguramente el más negativo de cuantos han transcurrido en este siglo, con fuerte caída del PIB y del empleo, y un crecimiento desconocido en el endeudamiento público para atender las pérdidas de renta de hogares y empresas.
Pero analizados por separado, los desempeños de los agentes económicos son bien diferentes, pese a una pérdida agregada de la producción. Los hogares incrementaron su ahorro pese a la pérdida de renta, las empresas lo mantuvieron en positivo, y fue el Estado quien asumió una necesidad de financiación desconocida, de más de 123.000 millones de euros, según la Cuentas No Financieras de la economía publicadas por Estadística este miércoles.
Haciendo abstracción de las pérdidas tan abultadas de producción y riqueza, y mirada aisladamente, la economía española arrojó un saldo positivo de la balanza por cuenta corriente, y lo hizo por noveno año consecutivo, prolongando una tendencia iniciada hace casi una década. Si durante los años de fuerte crecimiento de la primera década del siglo necesitaba de abundantes recursos externos para alimentar el crecimiento, generando descomunales déficits corrientes, en los últimos años acumula los citados superávits, con menos necesidad de recursos externos.
No obstante, el abusivo recurso a la financiación externa del creciente endeudamiento público ha provocado que, tras varios años de mejora de la posición internacional de inversión (PII), en 2020 la variable haya vuelto a deteriorarse, condicionada tanto por el avance de la financiación exterior de los bonos soberanos, como por la caída nominal del PIB. Así, la posición internacional de inversión (o deuda externa neta) cerró el año con un déficit de 946.000 millones de euros, un 84,38% del PIB (1,121 billones de euros corrientes). Un año antes, en 2019, el déficit de la posición internacional de inversión era de 926.000 millones, solo un 74,43% del PIB (1,24 billones), según adelantó ayer el Banco de España.
La renta nacional generada por la economía española en 2020 se estima en 1,126 billones de euros, casi un 10% inferior a la de 2019, y la renta disponible, en 1,112 billones, también con un descenso del 9,9%. La renta disponible per cápita, de acuerdo con estas cifras para una población de 47,431 millones de personas en el arranque del año 2020, sería de 23.440 euros, con un descenso del 9,9% sobre los 26.028 euros per cápita registrados en 2019.
De la renta nacional, la mayor parte de la tarta se la adjudican los asalariados (542.446 millones), y con unas pérdidas de únicamente el 5,4%; entre tanto, la renta de los empresarios y rentas de la propiedad descienden un 12,1% (480.000 millones de euros). La partida de impuestos desciende un 19,8%.
En los doce meses del año de la pandemia, la economía española generó una capacidad de financiación de algo más de un punto de PIB, cifra muy considerable para las circunstancias, aunque fuese prácticamente la mitad que en 2019. Con este desempeño, la economía acumula nueve años con capacidad de financiación, frente a un rosario ininterrumpido de años con necesidad de financiación desde que el país había ingresado en el euro, en 1998 (ver gráfico).
Los hogares fueron el agente institucional con un comportamiento más precavido en el año del Covid. Su tasa media de ahorro (la renta generada, menos el consumo y la inversión) se situó en el 14,8% de su renta disponible, más del doble que en 2019 (6,3%) y nivel máximo registrado desde que la Contabilidad realiza la evolución de la variable en 1999. La renta de los hogares descendió un 3,3% y el consumo, el 12%. La capacidad de financiación, en consecuencia, marcó máximos históricos, con casi 73.000 millones.
El gran vuelco en el comportamiento como consecuencia de la crisis se produjo en las administraciones públicas, con una caída de los recursos del 26,7% y un avance del gasto del 5,3%. El desahorro se cifró en casi 83.000 millones de euros, y la necesidad de financiación llegó a los 123.072 millones, superior incluso a la demanda de financiación de 2009 (120.500 millones). Las administraciones públicas, de hecho, únicamente han registrado capacidad de financiación (superávit fiscal) de 2005 a 2007.