En 2019, la tasa de paro juvenil en España fue del 29,8 % en el tramo de 20 a 24 años y del 19%, en el de 25 a 29. En 2007, en el primer tramo era del 15% y en el segundo, del 9%. Estos datos ponen de manifiesto que las crisis económicas causan un retroceso en el empleo juvenil español que “no llega a recuperarse del todo en la expansión subsiguiente”, de acuerdo con un estudio publicado ayer por Fedea.
Lo mismo ocurre con los salarios, ya que en 2019 la media del sueldo mensual de los trabajadores entre 18 y 35 años era menor que hace 40 años, un 26% para los trabajadores entre 30 y 34 años y hasta un 50% para los de 18 a 20. Las caídas de los ingresos son ahora mayores para los jóvenes con posgrado que para los graduados universitarios. Al cabo de 5, 10 y 15 años de trabajo, los salarios “siguen un patrón similar”.
El estudio, que analiza el empleo juvenil desde 1980 hasta 2019, apunta como factores muy negativos la alta tasa de temporalidad, la gran rotación en los trabajos y los salarios reducidos, además del crecimiento del empleo a tiempo parcial. Esto último es visible en la caída de los días de trabajo a tiempo completo, del 73% al 22%, “por la caída de la duración de los contratos y de la jornada laboral”.
Los autores afirman que en la situación “tiene mucho que ver la educación”. Son muy altas las tasas de deserción educativa, sobre todo en las épocas de expansión económica, el elevado número de universitarios graduados en Humanidades y la baja proporción de la educación secundaria, por la escasez de formación profesional. En España, la transición de los estudios al trabajo es “particularmente lenta”, con una media de 8,8 meses frente a los 7,3 de la media europea.
Asimismo, se concluye que la legislación laboral “tiende a brindar mayor cobertura a los trabajadores de más edad”. Aunque se resalta que ha aumentado la ocupación de jóvenes en trabajos altamente cualificados, también que los jóvenes universitarios “no aprovechan las nuevas oportunidades laborales”.