Los carburantes siguen al alza pese al descenso de la actividad

Los carburantes siguen al alza pese al descenso de la actividad

A pesar de que la actividad económica no ha recuperado el ritmo habitual anterior a la pandemia, los precios de los carburantes suben ininterrumpidamente desde hace cuatro meses. En concreto, se han incrementado un 13% desde el pasado noviembre y, esta semana, el precio medio del litro de gasolina, con un alza del 1,5% respecto a la anterior, ha alcanzado su nivel más alto desde marzo de 2020, al llegar a los 1,268 euros, según datos del Boletín Petrolero de la Unión Europea, publicado ayer.

El gasóleo también se ha encarecido un 1,5% y ha llegado a los 1,150 euros, otro máximo que no se alcanzaba desde el inicio de la pandemia. Se encadenan así subidas continuas, que empezaron en mayo de 2020, y esta semana se ha producido la decimotercera consecutiva. El barril de crudo Brent, el de referencia en Europa, ha superado ya los 66 dólares, lo que explica las alzas.

El hecho de que la movilidad, y con ello los transportes, continúen restringidos y que el consumo de carburantes siga más bajo que antes del Covid no impide estos aumentos. La razón es que los mercados están dando ya por descontada la recuperación económica. En estos momentos, “hay muchas expectativas y todas las materias primas están subiendo sus precios”, declara Antonio Pedraza, presidente de la comisión financiera del Consejo General de Economistas. Los mercados de derivados, en los que cotizan las materias primas como el petróleo, “se mueven con expectativas y estas son de reactivación económica por los avances médicos y los procesos de vacunación”, explica Pedraza, quien añade que estos inversores “si ven atisbos de salida de la crisis, es porque ciertamente los hay”. Este “descuento” que se está produciendo es también evidente en la barajada subida de tipos en Estados Unidos.

La vacuna contra el Covid-19 está promoviendo unas previsiones mejores de la economía, en las que el alza de los precios de los carburantes ocupa un papel importante. Al tratarse de expectativas, los economistas creen que estos precios seguirán subiendo “hasta que se produzca realmente un equilibrio real entre la oferta y la demanda”, asegura Pedraza.

Uno de los efectos más inmediatos del incremento del precio de los combustibles es su traslado a la inflación. En un contexto de inflaciones bajas o negativas como el que se ha vivido, las subidas no son una mala noticia en términos macroeconómicos en general. Actualmente, España, con una inflación más negativa que la media de la Unión Europea, estaba experimentando una ganancia de competitividad que ahora va a perder, pero “la buena noticia es que se aleja el peligro de una deflación sin crecimiento que es lo peor que le puede pasar a un país”, afirma Pedraza.

El impacto de la subida de gasolinas y gasóleos en la cesta de la compra de los españoles es distinto. Los carburantes son uno de los 12 grandes grupos de productos con los que se elabora el índice de precios al consumo (IPC). Sin embargo, la pandemia también ha provocado cambios. Fuentes del Instituto Nacional de Estadística (INE) explican que todos los meses de enero se analizan las ponderaciones de cada grupo para elaborar el IPC del año. Este año la revisión ha sido excepcional. Debido a que el Covid y las consiguientes restricciones han modificado los hábitos, en la encuesta de presupuestos familiares, el gasto en carburantes ha bajado.